Yo hago lo que tú no puedes, y tú haces lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas”, Teresa de Calcuta
Estoy escribiendo las presentes líneas este 27 de septiembre, día de la consumación de la independencia de nuestro país, al conmemorar el ingreso del ejército Trigarante a la ciudad de México.
Popularmente son más conocidos los nombres de los primeros insurgentes: Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Josefa Ortiz y Mariano Abasolo que el nombre de quienes conformaron el Ejército Trigarante y lograron consumar la victoria independentista: Agustín de Iturbide, Vicente Guerrero, Nicolás Bravo, Anastasio Bustamante, José Antonio de Echávarri, José Joaquín de Herrera. Esto significó el fin de la lucha armada, así como la consagración de la Independencia del país. Esto se realiza mediante un acuerdo entre los principales líderes de las diferentes posturas de ese tiempo, lo cual nos puede ejemplificar hasta donde podemos llegar mediante negociación y resolución pacífica del conflicto.
Estos héroes enarbolaron la bandera Trigarante conformada por 3 colores: Blanco, que representaba la pureza, Verde, que era de esperanza y el Rojo que significaba la sangre de todos los que lucharon por conseguir nuestra independencia. Los elementos, símbolos y colores que fueron establecidos en el Plan de Iguala.
Por otra parte, ayer se escribió una nueva página de la historia de Guanajuato con la toma de protesta de la primera mujer gobernadora: Libia Dennise García Muñoz Ledo, en la historia de este estado libre y soberano es algo inédito durante los 200 años de existencia. En el Congreso del Estado la neogobernadora mencionó como verdaderos enemigos la violencia y la desigualdad. Que la división genera resentimiento y odio. Se dijo aliada en favor de la paz, sin diferencia de colores incluido el gobierno federal, lo cual es inteligente y a favor de la ciudadanía del Estado.
Señaló que inicia un reencuentro y reconciliación y que honrará el legado de sus padres y buscará encontrar coincidencias para vivir en un Guanajuato próspero y en paz. Que esta nueva etapa en donde llegaron las mujeres será con cumplimiento cabal de sus promesas. La frase “el siglo 21 será de las mujeres o no será” es atribuida a Marcela Lagarde, una reconocida antropóloga, feminista y académica mexicana. Y ahora está llegando el momento de que sea y genera esperanza.
Lo contrario a la unión de las personas es la división o fragmentación social, que genera conflictos y dificulta el desarrollo de una cultura de paz. En ausencia de mecanismos para resolver las diferencias de manera pacífica, las divisiones pueden escalar en confrontaciones violentas. La desigualdad generada por la falta de unidad contribuye a la creación de resentimientos y tensiones.
La división también suele manifestarse en la polarización, donde los puntos de vista se extreman y las personas se agrupan en bandos opuestos, con poca o ninguna disposición a buscar soluciones intermedias o consensuadas. La polarización obstaculiza el diálogo constructivo y perpetúa el conflicto. Éste es el momento de actuar para encontrar nuestros puntos de encuentro y no acrecentar las posturas violentas.
En cambio, la unidad de las personas es esencial para la construcción y el mantenimiento de una cultura de paz, ya que fomenta la colaboración, el entendimiento mutuo y el respeto por las diferencias. La unidad permite la comunicación y comprensión. El diálogo abierto reduce los malentendidos y estereotipos, creando un ambiente donde las diferencias no sean vistas como amenazas, sino como oportunidades para aprender.
Cuando las personas trabajan unidas, son más propensas a resolver sus conflictos a través de medios pacíficos como la negociación, la mediación y el compromiso. La unidad ayuda a superar la división y la fragmentación social que pueden generar violencia. Cuando las personas sienten que son parte de una comunidad más grande, están más dispuestas a ayudarse mutuamente y a buscar soluciones colectivas para los problemas comunes, en lugar de recurrir a la confrontación.
A través de la unidad, se pueden establecer y promover valores compartidos como el respeto por los derechos humanos, la justicia social, y el bienestar común. Estos valores son pilares fundamentales para una cultura de paz, ya que orientan el comportamiento individual y colectivo hacia la armonía y el bienestar.
Una sociedad unida es más inclusiva y participativa, donde las personas se sienten involucradas en la toma de decisiones que afectan a su vida cotidiana. Esta participación activa es un elemento clave para el establecimiento de un entorno pacífico, ya que cada quien tenemos voz y podemos contribuir al bienestar colectivo. La unidad de las personas no solo fortalece el tejido social, sino que crea las condiciones necesarias para una convivencia pacífica, equitativa y justa, elementos fundamentales de una cultura de paz.
¡Que este nuevo comienzo vuelva a poner a Guanajuato en la historia por romper la esclavitud de la violencia! De la unidad de todas y todos los guanajuatenses depende.
¡Por la Construcción de una Cultura de Paz!
manuelramos28.@gmail.com