Son muchos los sentimientos y las ideas que brotan después del cambio de gobierno. El primero es el gusto de que sea una mujer quien tome el mando del país. Rompemos la tradición machista de siglos que viene de nuestras dos culturas, la indígena y la española. Navegamos ahora con una capitana al mando de nuestra nave, de nuestras ilusiones y la administración de nuestros bienes. Eso debemos celebrarlo.

La segunda frase que llama nuestra atención es la voluntad de Claudia Sheinbaum de gobernar para todos. Será la presidenta de todos los mexicanos. Eso es algo que dijeron todos los presidentes anteriores pero ninguno cumplió. López Obrador, en particular, atizó la división y el odio segregando a la clase media de su interés. Si Claudia cumple con esa promesa, el primer paso para la reconciliación nacional es el mejor comienzo posible.

Dentro de las muchas promesas que expuso, persiste la idea de una 4T que sólo existe en el manto ideológico de una izquierda que no funciona y, además, militariza y concentra el poder. Eso no sirve y pronto lo veremos. La concentración de poder en manos del Ejecutivo con el Ejército como segundo poder, tendrá consecuencias graves a largo plazo, si no, recordemos la circunstancia de los jóvenes asesinados de Ayotzinapa. Qué decir del avasallamiento del Poder Judicial, una historia que apenas comienza y no puede terminar bien.

Hay una historia de hace seis años que refleja bien el carácter pragmático de la nueva presidenta. Entrado el gobierno de López Obrador, se quiso eliminar la carrera de la Fórmula 1 en la CDMX. La nueva gobernadora no estaba de acuerdo que la ciudad absorbiera parte de la inversión para traer un espectáculo calificado como elitista. Incluso hubo expresiones despectivas respecto al evento.

Cuando empresarios y funcionarios explicaron la importancia de la carrera para la CDMX y para el país, cuando mostraron que la ocupación de los hoteles estaría a más del 80% con buenas tarifas, cuando explicaron la difusión internacional transmitida por más de 200 estaciones de televisión, cuando comprendieron que no era un puñado de fifís los beneficiarios del deporte de la velocidad sino 300 mil espectadores de todo el país, entonces comprendieron que lo que parece no es.

La entonces jefa del gobierno de la CDMX dejó que los motores rugieran y el país celebrara la decisión en 2019. El año siguiente la pandemia impidió el Gran Premio de México y la ciudad resintió su ausencia.

Como ese ejemplo habrá muchos para que los errores del sexenio anterior como la destrucción de Texcoco no se repitan. Tenemos la seguridad de que la doctora Sheinbaum no hubiera permitido que la obra más importante en la historia de su ciudad terminara en ruinas por una vendetta antigua.

Respecto a la defensa de la soberanía nacional, vale la pena recordar que primero hay que rescatar un tercio del territorio que no está en manos del Estado Mexicano sino en poder del crimen organizado. Es mil veces más importante recuperar la libertad de mexicanos atados y explotados por la extorsión en Michoacán, Guanajuato, Morelos, Puebla, el Estado de México y Chiapas.

Bien que se planee una semana laboral de 40 horas para fin de sexenio, también que se puedan entregar medicinas sin costo a los adultos mayores. Magnífico que los programas sociales se amplíen. Es importante saber cómo vamos a crecer para producir los recursos que ayuden a cumplir las promesas. (Continuará)

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