“No lo olvides, poeta.
En cualquier sitio y época
en que hagas o en que sufras
la Historia,
siempre estará acechándote algún
poema peligroso” .
Heberto Padilla
En Youtube hay una película documental sobre el caso “Heberto Padilla” en Cuba, también llamado el “Affair Padilla”. En los años sesenta de Fidel Castro, comenzó a resurgir el estilo estalinista de gobernar, el método de las tiranías que subordinan todo al Estado.
Fidel era reverenciado como el único que podía tener la verdad de la Revolución. Lo mismo mandaba a toda la gente a la zafra a tontas y a locas para lograr metas de cosecha imposibles, que ordenaba la expropiación de todos los bienes privados por pura ideología.
En los sesentas, los escritores y artistas cubanos comenzaron a probar los límites de sus libertades ante el dogma comunista tropical. Heberto Padilla, un poeta de extraordinaria calidad se desvió de la línea de la Revolución y tuvo dos pecados capitales según Fidel: dudar de la Revolución y tener malas amistades como Jorge Edwards, el escritor chileno quien fuera embajador en la isla.
Como al tirano no le vino bien que los propios artistas cubanos premiaran a Padilla por su obra “Fuera del Juego”, encerró al poeta. Lo obligó a abjurar de su trabajo y a humillarse frente a un centenar de sus colegas que lo veían entre sorprendidos, dolidos y asustados. En una filmación recuperada después de 50 años, vemos al poeta humillarse, avergonzarse y abjurar de su obra. De paso señala a otros artistas, Lezama Lima y Guillermo Cabrera Infante, entre muchos otros, como desertores intelectuales de la Revolución.
En ese momento artistas europeos y latinoamericanos que simpatizaban con la Revolución, se distanciaron del rumbo estalinista de Fidel. Desde México, Carlos Fuentes y Octavio Paz defendieron a Padilla; de Perú, Mario Vargas Llosa, de Francia, Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, entre muchos otros. Padilla pudo salir de Cuba en 1980 pero su vida y obra no serían las mismas en el exilio. Algo se había roto dentro de él.
Al ver el documental producido en España, brinca en la conciencia lo que habíamos visto el fin de semana pasado cuando el líder del Senado, Gerardo Fernández Noroña se regocija en guillotinar la profesión de muchos jueces incómodos para la 4T, entre ministros, magistrados y jueces federales. Una miserable muestra de poder.
En el Senado rodó una bolita por el suelo, que simbolizaba la profesión destrozada de una mexicana o de un mexicano de bien.
Todo en el irracional azar estaliniano de la 4T. Fernández Noroña me dio asco, lo mismo que todos quienes aplaudieron la medida staliniana. Me dio asco la postura de nuestros senadores Ricardo Sheffield, maestro en derecho por Harvard, de Malú Micher, “defensora” de los derechos humanos y las mujeres; el desplome de Olga Sánchez Cordero, su carrera manchada al final de la vida, qué dirán las juezas guillotinadas. Saben sin lugar a dudas que está mal la nueva ley y más su método; qué dirían si alguna de sus hijas o hijos fueran destituidos de una carrera judicial de años, o décadas, en una bolita que se cae.
Como a Padilla, se les ordena callar. Tienen que eliminar su individualidad para dar cauce al odio y la venganza de un solo hombre, el José Stalin de la 4T. Sólo que Padilla tuvo una virtud: con extraordinario talento fingió ser tapete, se humilló tanto frente a todos y traicionó a todos para mostrar al monstruo que podía engendrar en su ser a través de sus palabras. Todo el prestigio de Fidel se fue al basurero de la historia. Padilla se convirtió en un miserable para mostrar el verdadero rostro de la miseria totalitaria.