En Cuba hoy “el pueblo no puede expresarse, no puede ser consultado y no es representado por la tiranía, que va en contra de los principios esenciales del ser humano”.
Luis Almagro / Secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA)
Acorralada por sus fracasos económicos y sociales, la Revolución Cubana se apaga. Después de 65 años, sus valores e ideas se ahogan en una dictadura brutal. El apagón del viernes (que no se resuelve del todo), alienta un cambio indispensable.
Cuba vive de mendigar, lo dijo en alguna ocasión el Secretario General de la OEA; verdad que tuvo repercusiones en los países de izquierda bananera. Es la verdad. Primero Cuba vivió de los apoyos económicos y técnicos de Rusia, luego, cuando cayó el Muro de Berlín, la isla tuvo los peores tiempos de su historia llamados “periodo especial”. Hasta que llegó Hugo Chávez y comenzó a darles petróleo subsidiado o sin paga. México y Rusia dieron otro empujón a la dictadura heredada de Fidel Castro.
Nuestro país entregó a Cuba unos 20 mil barriles diarios de crudo y sus derivados desde mediados del año pasado. Según Pemex, le vendieron en pesos mexicanos unos 6 mil millones. No sabemos si Cuba paga la cuenta. Su economía está destrozada desde la pandemia y, en lugar de recuperarse, cae un 2% por año. Un millón de jóvenes han huido de la isla en 4 años, casi un 10% de la población.
Venezuela, en tiempos de Chávez, llegó a aportar hasta un 20% del PIB de Cuba en subsidios al gas y al petróleo. El 85% de la población vive en la pobreza y sufre, además, la escasez de medicinas, alimentos y combustibles. La producción de azúcar, que llegó en el pasado lejano a ser de 8 millones de toneladas, apenas rebasa las 300 mil. Ni siquiera alcanza para el consumo interno.
Cuba vive del turismo, algo de tabaco, minerales y prostitución. Es triste decirlo pero uno de los atractivos, aparte de la belleza natural y la bonhomía del cubano, es el turismo sexual. En La Habana no es mal visto porque representa un ingreso en dólares para muchas familias. Otro ingreso es la esclavización de sus médicos y paramédicos. Personal de salud que viene contratado por México y otros países bajo acuerdos donde la mayor parte de la paga la cobra el gobierno comunista. Un tráfico humano inadmisible, porque los contratados salen bajo amenazas. Un curioso caso de extranjeros que, a diferencia de los mexicanos, no gozan de libertades ni garantías individuales en nuestro suelo como marca la Constitución.
Si la energía no se restablece pronto, quién podría pagar los platos seríamos nosotros. Seguro el “compañero” Diaz-Canel estirará la mano. Sin electricidad no hay agua potable ni bombas que surten gasolina, ni camiones que retiren la basura, ni sistema de desagüe en las viviendas. Podrían enfrentar epidemias, hambruna y hasta una rebelión (bueno fuera).
Toneladas de desechos se esparcen por las calles porque no hay quien los recoja. La gente no puede trabajar sin electricidad. Ni la burocracia ni las escasas industrias locales. Tienen una economía de guerra y desesperanza. Aunque Miguel Díaz-Canel eche la culpa al embargo norteamericano, todo el mundo sabe que su desgracia fue infligida por el modelo dictatorial comunista. Con libertad, capitalismo y participación ciudadana, Cuba podría convertirse en uno de los mejores lugares de América.