El apagón general en Cuba del pasado fin de semana tiene muchas lecciones para México y Latinoamérica en general. La isla lleva 4 años en picada desde la epidemia del Covid. Cada año produce menos, crece menos y sus condiciones de vida se deterioran por el fallido modelo comunista de planificación central y restricciones a la propiedad privada.
Apenas ayer la mitad del suministro eléctrico llegó a La Habana mientras muchas de las provincias siguen sin electricidad. A lo lejos vemos con angustia el sufrimiento de la población. Los últimos ladrillos que sostenían en pie al gobierno comunista eran las ayudas de Venezuela, México, Rusia. Se han ido secando. Venezuela no está para dádivas y Rusia necesita de todos sus recursos para pelear su absurda guerra.
México extiende compras de vacunas, de servicios médicos a través de doctores esclavos del gobierno cubano y entrega petróleo que tal vez nunca paguen. La economía de Pemex no está para dar regalos ni crédito. Por más que la 4T quisiera extender las entregas de crudo o de petroquímicos al gobierno de Miguel Díaz-Canel, no puede hacerlo por varias razones. La primera es que Pemex redujo su producción a un mínimo de 40 años. Apenas produce un poco más de millón y medio de barriles cuando en el sexenio de Vicente Fox producimos más del doble. La segunda razón es que la banca y los particulares que compran bonos de Pemex en los mercados internacionales, no están dispuestos a que la petrolera más endeudada del mundo pida dinero con una mano y lo dilapide con la otra. La tercera razón es la estrechez que tendrá el presupuesto federal en 2025. En este año el crecimiento del país será cercano al 2%, pero se espera que el año que viene sea menor.
Además Cuba es un pozo sin fondo que cada día requerirá más dinero sólo para mantenerse a flote. Los países que ayudaron durante años al régimen comunista no resolvieron ningún problema de largo plazo. Fueron aspirinas para una nación que perdió la capacidad de producir.
El embargo de Estados Unidos, reforzado por Donald Trump y Joe Biden, no ayudó a liberar al pueblo del yugo de la dictadura. Ha servido como pretexto -muy desgastado- al Partido Comunista de Cuba para echarle la culpa a otros de su desgracia.
A Miguel Díaz-Canel, el presidente, se le salió una verdad gravísima. A Cuba se le acabó el dinero. Es probable que ni siquiera tengan para pagar los alimentos y medicinas que importan de Estados Unidos. Sí, del país al que acusan del bloqueo.
Cada apagón anterior era de 12 o 18 horas y le pegaba más a las provincias. Esos cortes disminuyeron la producción, aunque no acabaron con el turismo, la principal fuente de divisas de la isla. Con un apagón total el fin de semana, los visitantes sufrieron al ver la miseria de la población. Aunque muchos hoteles contaban con plantas generadoras, les hacía falta combustible.
La espiral de Cuba hacia el desastre no tiene vuelta como va; la única forma de cambiar ese destino aterrador de miseria y sufrimiento sería abrir la economía, dar libertades y permitir la inversión extranjera masiva con derechos de propiedad. Justo lo que hicieron China y Vietnam, convertirse en dictaduras abiertas al mundo, los mercados, la propiedad privada y el capitalismo sin límites.