Joe Biden ha concluido su mandato como el 46º presidente de los Estados Unidos. Un político íntegro, sin escándalos ni excesos, un estadista prudente y un hombre que logró mejorar la dañada economía de Estados Unidos durante la pandemia y las relaciones e imagen de su país en el mundo. En contraste, Donald Trump enfrenta 80 procesos judiciales, cuatro de ellos de carácter penal. Sin embargo, su base de seguidores sigue fiel, compuesta en su mayoría por fanáticos religiosos, campesinos blancos de bajos ingresos, rednecks, residentes del centro del país. A pesar de todo, algo ven en Trump.

En el mundo de las apuestas, los momios muestran que el candidato republicano tiene más de un 60% de probabilidades de ganar frente a un 40% de Kamala Harris, la candidata demócrata. No obstante, hay acusaciones de que este mercado está siendo manipulado por influencias externas, entre ellas Elon Musk y otros potentados. Por su parte, las encuestas del voto popular revelan una ventaja de tres puntos para Harris, un empate técnico. ¿Ganarán los cerebros reptilianos, instintivos, de los apostadores, a los analíticos, neocórtex, de las encuestas? ¡Probablemente sí! La política es más instintiva que científica.

Estados Unidos es una de las pocas democracias donde los votantes no eligen directamente a su presidente, sino que lo hace un Colegio Electoral compuesto por 538 electores que representan a los estados. El número de electores de cada estado se basa en su representación legislativa: la suma de los 435 representantes en la Cámara Baja, los 100 senadores (dos por estado) y los tres electores del Distrito de Columbia, donde se encuentra la capital, Washington D.C. El candidato que alcance los 270 electores será el ganador.

Pero este sistema no siempre refleja la voluntad popular. Es posible ganar la presidencia perdiendo la mayoría del voto popular, como sucedió en 1824, 1876, 1888, 2000 y 2016. Para las elecciones de 2024 se espera que Harris gane el voto popular, como lo hizo Hillary Clinton en 2016, aunque perdió el voto del Colegio Electoral. Así las cosas, el Colegio Electoral distorsiona el voto popular, sobre todo al sobrerrepresentar a los estados menos poblados. 

Un ejemplo de lo anterior: California, con 39.1 millones de habitantes, elige a 54 electores, mientras que Wyoming, con apenas 584,000 habitantes, elige a tres. Aunque California tiene 67 veces más población que Wyoming, solo tiene 18 veces más electores, lo que hace que un voto en Wyoming pese 3.7 veces más que uno en California, asumiendo una proporción similar de votantes en ambos estados. Además, en 48 estados el candidato que obtiene el 51% de los votos se lleva el 100% de los votos, el llamado sistema “Winner takes all”.

El posible regreso de Trump representa una amenaza para México, según lo reflejan los mercados: cuando los momios de apuestas favorecen a Trump, el peso mexicano se devalúa. Sin embargo, toda amenaza encierra una oportunidad. Es vital analizar nuestras FODAS (Fortalezas y Debilidades; Oportunidades y Amenazas) para identificar en qué aspectos México, sus empresas e instituciones tienen ventajas frente a su vecino del norte, y en cuáles necesita mejorar para competir con éxito. Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses.

Trump ha anunciado (en campaña) su intención de imponer un arancel del 100% a los automóviles fabricados en México y exportados a Estados Unidos, además de otras amenazas, como la posible cancelación del T-MEC. No obstante, en lugar de dejarnos paralizar por el miedo debemos recordar que las adversidades suelen sacar lo mejor de los pueblos, las personas y las empresas. La historia demuestra que las grandes potencias han emergido de momentos de crisis, y México no es la excepción. No estamos limitados por nada, excepto por nuestra ignorancia, falta de colaboración y miedos, que nacen, como diría Octavio Paz, de un complejo de inferioridad: el de un pueblo “hijo de la chingada” (la madre violada), sometido, colonizado y dogmatizado.

Paradójicamente, Donald Trump podría ser el catalizador de un cambio positivo. Sus amenazas pueden empujar a los mexicanos a superar sus miedos y a fomentar la solidaridad y la cooperación en gran escala para enfrentar los desafíos externos.

 Tito Livio: “El miedo siempre hace ver las cosas peor de lo que son”.

 

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