El NAT (Nucleic Acid Testing) es una técnica de laboratorio que permite la detección temprana de material genético (ARN o ADN) de virus como el VIH, la hepatitis B y C u otros patógenos en muestras biológicas, como la sangre utilizada para transfusiones. A diferencia de las pruebas serológicas tradicionales, que buscan anticuerpos generados por el organismo frente a una infección, el NAT identifica los ácidos nucleicos de estos agentes incluso en etapas iniciales, antes de que el sistema inmune responda. Esto ayuda a reducir significativamente la “ventana de detección”, es decir, el tiempo entre la infección y el momento en que puede ser identificada, aumentando la seguridad de los componentes sanguíneos.

El uso de tecnología NAT en los bancos de sangre ofrece una capa adicional de seguridad transfusional al detectar infecciones en etapas muy tempranas. Sin embargo, hacer su uso obligatorio en todo el sistema mexicano, tal como se plantea en la actualización de la Norma Oficial Mexicana, presenta desafíos económicos, logísticos y operativos. Si estos no se atienden de manera adecuada, podrían generar riesgos importantes para la población, especialmente por la posible disminución en la accesibilidad a la sangre y sus componentes.

Es una realidad que México presenta limitaciones en infraestructura como en financiamiento para garantizar la seguridad sanguínea, tanto en el sector público como en el privado, por ello, la implementación del NAT se enfrenta a retos específicos, entre ellos:

Costo elevado: Las pruebas NAT representan una carga financiera significativa que podría llevar al cierre de bancos de sangre con recursos limitados.

Infraestructura y capacitación insuficientes: No todos los bancos cuentan con equipos especializados ni con personal capacitado. Además, los equipos requieren condiciones ambientales controladas, mantenimiento constante y actualizaciones tecnológicas, lo que resulta un obstáculo para bancos más pequeños o en zonas remotas.

Volúmenes insuficientes de donación: La baja afluencia de donantes en muchos bancos dificulta la aplicación eficiente del NAT, que es más costo-efectivo a mayor escala y con un flujo constante de donaciones.

Desigualdad de cumplimiento: Si se hace obligatorio sin una planificación adecuada, es probable que solo los bancos urbanos o de gran capacidad puedan cumplir con la normativa, lo que aumentaría las desigualdades regionales y afectaría la equidad en el acceso a los servicios.

Distribución de recursos: Ya existen presupuestos asignados mediante licitaciones y contratos vigentes que contemplan pruebas serológicas tradicionales. Surge la interrogante: ¿de dónde se obtendrán los recursos adicionales para implementar el NAT y qué áreas deberán ajustarse para financiarlo?

Implementar el NAT de manera inmediata es impráctico. Por lo tanto, es fundamental adoptar una estrategia progresiva, que incluya la centralización de las pruebas en laboratorios regionales (los cuales primero deberán construirse y fortalecerse, puesto que hoy en día es inexistente ese tipo de establecimientos con suficiencia operativa). También es recomendable implementar la tecnología inicialmente en bancos de alta demanda o que atienden pacientes de alta complejidad, como hospitales de tercer nivel. Además, se requerirán subsidios y alianzas público-privadas para adquirir los equipos y reactivos necesarios. Es igualmente crucial la formación y remuneración adecuada del personal especializado en biología molecular y gestión de la calidad, mediante programas colaborativos con universidades e institutos de salud.

La adopción del NAT en los bancos de sangre mexicanos representaría un avance significativo en seguridad transfusional, pero su implementación inmediata y obligatoria es inviable debido a los costos, la infraestructura limitada y las desigualdades regionales. Este proceso no debe tomarse a la ligera, ya que la seguridad transfusional es fundamental para la continuidad de otros servicios clínicos esenciales, como cirugías, atención a pacientes críticos y tratamiento de enfermedades crónicas. La falta de accesibilidad a la sangre y sus componentes de manera oportuna, puede comprometer gravemente la vida y la salud de los pacientes.

Un enfoque escalonado y estratégico es la mejor vía para adoptar esta tecnología de manera sostenible. A largo plazo, esta estrategia permitirá consolidar un sistema transfusional más eficiente y seguro para toda la población. Es necesario abrir el debate sobre este tema: es tiempo de actuar con responsabilidad y planificación.

Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor universitario y promotor de la donación voluntaria de sangre.

 

RAA

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