Escuchar a Barack Obama es una delicia para el sentido humano que todos llevamos dentro. En su discurso del domingo en apoyo de Kamala Harris, el expresidente revela secretos simples del buen gobierno al tiempo que muestra la diferencia entre Harris y Trump. Lo hace acudiendo a lo mejor de los valores norteamericanos de “unidad en la pluralidad”, el famoso:  “E pluribus unum”. 

Obama, el líder, explica con maestría y claridad las virtudes de un gobierno para todos, del veneno que significa un hombre millonario de 78 años (Trump)  cuya única preocupación es él mismo. Un personaje que se la pasa “chillando” desde hace años, olvidándose de que la nación son todos y no solo sus seguidores. 

Un hombre que inventa conspiraciones e “intenta vender cosas”: tenis de oro, relojes de cien mil dólares; incluso una Biblia Trump. “El quiere que compres la palabra de Dios, edición Donald Trump que tiene su nombre junto al de Mateo y Lucas”. 

“Quiere decir que Trump no está pensando en tí, toda su campaña y su presidencia se trata de él, de su status, su dinero, su ego, sus inseguridades”. Trump está lleno de agravios, de conflictos y engaños. En mucho nos hace recordar las mañaneras de López Obrador, quien jamás tuvo la empatía para reunirse con la oposición o las madres buscadoras o los científicos acusados falsamente de corrupción. Recordemos la extraña simpatía de AMLO por Trump y su descarada reticencia a felicitar a Joe Biden por su triunfo. 

Obama explica el origen de clase media de Kamala, su esfuerzo por logros ganados a pulso y a pesar de no tener el apoyo paterno. Al igual que él, la mamá de Kamala, una pequeña gran mujer de 1.50 m de estatura, le dio los valores para que llegara a donde está. En cambio Trump recibió millones de su padre para iniciar sus negocios. “Ustedes no pueden imaginar a Trump cambiando una llanta ponchada” porque siempre tuvo chofer que lo hiciera, dice el expresidente. 

Una de las peores mentiras de Trump fue decir que Obama no era norteamericano, que no había nacido en Estados Unidos. Fue un largo engaño de Trump para denostar el origen de su antecesor. Obama presidió siempre con dignidad y bonhomía su país. Su popularidad persiste, basta escuchar los vítores de los demócratas reunidos en Milwaukee en Wisconsin para saber que sigue siendo un líder indiscutible en la escena política de EEUU. 

Parte del atractivo del expresidente es su humanidad, algo que aprendió en familia y desarrolló a lo largo de su carrera política. Es afable y ameno, simpático y dicharachero. El primer presidente de origen afroamericano es un narrador extraordinario que podría extender por horas sus discursos pero no lo hace por prudencia, porque siempre quiere enviar el mensaje de que el tema no es él, sino los ciudadanos, en este caso los electores. 

La decisión 2024 está en manos de la mujer. Recordemos aquel póster de la Segunda Guerra Mundial donde una empleada de las fábricas de aviones mostraba su músculo. Rosie the Riveter era su apodo; más de 310 mil obreras contribuyeron al triunfo aliado. Los “rivets” o remaches, unían fuselajes y alas de aviones. Era un doble símbolo: la mujer empoderada uniendo la fuerza aérea de los Estados Unidos, uniendo al país. Hoy es esa mujer independiente, autosuficiente y libre la que puede y debe dar el apoyo a Kamala Harris porque representa lo mejor de los valores norteamericanos, tal como lo explica Barack Obama en su discurso de cierre de campaña demócrata. 

*Fe de erratas: Ayer, en esta misma columna titulada -La dignidad de la mujer norteamericana en juego- se mencionó que la encuesta realizada por el periódico Des Moines Register era de Ohio, lo cual es incorrecto, es de Iowa.

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