Los aranceles son impuestos que aplica un gobierno a bienes y servicios importados o exportados entre países, teniendo como propósito la protección de la economía local al encarecer productos extranjeros, haciendo que (teóricamente) los nacionales sean más competitivos. Sin embargo, son usados como herramienta de política comercial para influir en las relaciones entre naciones, siendo en multitud de ocasiones generadores de efectos negativos como el aumento de precios para consumidores y empresas, además de tensiones económicas y políticas internacionales.

Si bien hoy en día la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos hacia México no ha sido declarada de manera oficial, es notorio que es una herramienta de presión importante y, por lo tanto, sea cual sea el derrotero que tome este tema, se deben de tomar en cuenta impactos potenciales en los diferentes rubros económicos de nuestro país.

En temas de salud el incremento en los costos de importación sería una de las consecuencias más inmediatas. Muchos insumos médicos esenciales como dispositivos, medicamentos y tecnología especializada son adquiridos desde Estados Unidos, por lo cual, con aranceles adicionales, los precios de estos productos podrían aumentar, presionando los presupuestos de hospitales y clínicas, tanto públicos como privados. Esto se traduciría en un acceso más limitado a herramientas críticas para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades, lo que podría tener un efecto directo en la calidad de los servicios ofrecidos.

Es sabido que México es un importante exportador de dispositivos médicos hacia Estados Unidos, de hecho, es uno de los principales países proveedores en este ramo. La imposición de aranceles podría disminuir la competitividad de las empresas mexicanas en el mercado estadounidense, afectando tanto el empleo en la industria como los ingresos generados por estas exportaciones. En consecuencia, la capacidad de las empresas mexicanas para innovar y reinvertir en el sector salud también podría verse comprometida.

Por otro lado, la colaboración en temas de salud pública podría enfrentarse a nuevos desafíos. Si bien México y Estados Unidos comparten intereses en el control de enfermedades, las tensiones comerciales pueden afectar esta cooperación, dificultando iniciativas conjuntas que benefician a ambas naciones, especialmente en zonas fronterizas.

Otra preocupación importante es el acceso a medicamentos, pues muchos tratamientos innovadores y especializados provienen de empresas estadounidenses. Si los costos de importación aumentan debido a los aranceles, estos productos podrían volverse menos accesibles para los pacientes mexicanos, especialmente para aquellos que dependen de medicamentos de alto costo para tratar enfermedades crónicas o complejas. Esto impactaría desproporcionadamente a las poblaciones más vulnerables.

Asimismo, los costos operativos para los sistemas de salud públicos podrían incrementarse considerablemente. Esto no solo limitaría su capacidad para adquirir insumos, sino que también afectaría la calidad y disponibilidad de los servicios, generando tiempos de espera más largos y una reducción en el alcance de los programas de atención. En el sector privado, el aumento de costos podría trasladarse directamente a los pacientes, encareciendo servicios médicos y tratamientos.

Finalmente, las tensiones comerciales también podrían repercutir en la logística y distribución de insumos médicos y así, productos críticos como hemoderivados o medicamentos biológicos con tiempo de vida limitado, podrían enfrentar retrasos o dificultades para cruzar la frontera, afectando su disponibilidad en México.

En resumen, los aranceles representarían una amenaza significativa para el sistema de salud en nuestro país, encareciendo los servicios, limitando la innovación y reduciendo la calidad de atención. Ante este escenario, es crucial que el gobierno mexicano implemente estrategias para mitigar estos impactos, como diversificar los mercados de importación y fortalecer la producción nacional de insumos médicos, además de negociar de manera sensata, digna y firme. Tema de actualidad, pero también de futuro inmediato. Importante darle seguimiento.

Dr. Juan Manuel Cisneros Carrasco, Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor universitario y promotor de la donación voluntaria de sangre.

 

RAA

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *