El síndrome de burnout se manifiesta a través de un estado de agotamiento físico y mental que se prolonga con el tiempo y llega a alterar la personalidad y autoestima del trabajador cuando se está en un ambiente laboral complicado por fallas en el liderazgo en la empresa, sobrecarga de trabajo, presión, falta de apoyos y recursos.
Progresivamente, el trabajador sufre una pérdida del interés por sus tareas y va desarrollando una reacción psicológica negativa hacia su ocupación laboral.
De acuerdo con la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) por sus siglas en inglés, este síndrome puede darse en cualquier área profesional, pero hay un mayor riesgo de padecer el síndrome de burnout cuando existe una gran discrepancia entre las expectativas laborales del trabajador y la realidad de las tareas a las que se enfrenta día a día, o existe un ambiente laboral con exceso de tensión, degradado y/o con relaciones laborales manifiestamente conflictivas.
Para conseguir revertir una situación de “burnout” se tiene que identificar y modificar las condiciones de trabajo que lo han producido, y en casos de exposición prolongada puede ser necesaria una reubicación del trabajador, un asesoramiento psicológico o acompañamiento en el puesto para rectificar los hábitos adquiridos.
Los principales síntomas del síndrome de burnout son los siguientes:
- Fatiga crónica
- Aumento de peso o bien pérdida de apetito
- Dolores musculares
- Migrañas
- Problemas gastrointestinales
- Desregulación del ciclo menstrual
- Estrés
- Ansiedad
- Cambio en el comportamiento como indiferencia y desapego
- Irritabilidad
- Falta de atención hacia las tareas
- Olvidos frecuentes