Desde su nacimiento el 31 de enero de 1994, la vida de Jesús Omar Sainz empezó a llenarse de lanzamientos, ponches, batazos y roletazos con decisiones imborrables que han girado en torno a una pelota de 108 costuras.
Nacido en Sinaloa pero criado en Sonora, el trazo de su camino para llegar a ser beisbolista profesional ha estado lleno de adversidades y puntos de quiebre que recuerda con suma emotividad en una charla con El Dugout del Gabo para Súper Deportivo.
Todo comenzó pasadas las dos de la tarde del vigésimo séptimo día de octubre del 2023, cuando una simple llamada telefónica hizo añicos los más de 730 kilómetros de distancia entre León y Veracruz y unió a dos personas en una plática amena de beisbol.
En el día número 10 mil 861 de su vida, Omar recuerda los primeros de ellos tan solo 11 después de la primera operación de su carrera y tan solo un par de horas antes de tomar sus respectivas terapias de rehabilitación.
“Desde que tengo memoria siempre estuve en campos de beisbol gracias a mis tíos, tías, padres y abuelos, quienes jugaban y disfrutaban de ello. Incluso, la otra vez, mi mamá me enseñó las fotos de mis primeros cuatro cumpleaños y en todas ya salgo vestido con uniforme de beisbol”, comenta entre risas.
Siempre en constante movimiento debido al trabajo de su padre, no fue hasta los 13 años de edad cuando el futbol arribó a su vida por primera vez gracias a una emocionante mudanza hacia Veracruz.
Aunque un nuevo deporte arribó a su bagaje cultural, fue imposible quitarle de la cabeza los guantes, los bates, los spikes y las cachuchas que se erigen como la indumentaria predilecta dentro del diamante.
“Siempre me gustó ser batear, ser infielder, robar bases y demás, sí me divertía, pero lanzar se empezó a sentir algo diferente, algo que jamás había sentido y pues aquí estamos ya como relevistas”.
Su proceso formativo no se truncó en lo absoluto con asistencia a Olimpiadas Nacionales representando a la ciudad jarocha y demás torneos semiprofesionales que lo llevaron a despertar el interés de algunas franquicias de abolengo como Diablos Rojos del México y Sultanes de Monterrey.
“Me estuvieron dando seguimiento por allí de los 16 y 17 años, pero yo siempre he sido estricto con mi ideal: si empiezo algo, lo termino, no me gusta dejar algo a medias. Aunque por allí hubo acercamientos, me puse de acuerdo con mis papás en terminar la prepa y después hacer lo que quisiera”.
Y así fue, pues después de terminar el preámbulo de la vida universitaria en su máximo esplendor y de una firma que jamás se plasmó en papel con los Sultanes de Monterrey por inclemencias del tiempo debido al Huracán Alex en 2010, una llamada desde el sureste de la República Mexicana cambió por completo su perspectiva dentro del beisbol.
“Después de jugar algunos torneos sub 17 y sub 18 con México, me llamaron desde Tigres y firmé con ellos porque me permitieron acabar la preparatoria. Asistí a campos de entrenamiento en Cancún y pude conocer a grandes beisbolistas como ‘Chispa’ Gastelum, ‘Chato’ Vázquez y José Canseco”, exclama con una emoción notoria en la voz.
Todo parecía acomodarse en su carrera profesional apenas a los 18 años de edad: asistió a la Academia del Carmen en Monterrey; lanzó cinco entradas y ganó un juego; viajó a la Liga Invernal Veracruzana con una escuadra de Tuxpan y terminó esa ocasión como relevista.
La difícil decisión: “…sentía que mi carrera se acababa”
Sin embargo, algo dentro de sus venas le cambió la vida por unas ganas de sobresalir más allá de la ‘lomita’ y de los lanzamientos que fue desarrollando con ahínco en su brazo izquierdo.
“Yo estaba en Veracruz cuando un amigo me hizo darme cuenta de una carrera que yo siempre quise estudiar en la universidad. Después de tanto analizarlo, tomé la decisión: llamé a Tigres y les dije que no iba a regresar. Lo digo muy fácil ahora, pero esa vez sentía que mi carrera se acababa porque sería empezar desde cero y, por la edad, era casi imposible volver”.
Pero, sin saberlo y con mucho sacrificio, siguió en la práctica del ‘Rey de los Deportes’ en ligas semiprofesionales y, al estar “un poquito debajo de la LMP”, hizo lo propio en la Liga Invernal Veracruzana.
Su rutina en el último de los tres años de carrera se dividió en el siguiente plan de horario:
- Lunes a jueves: Cumplir con servicio social de 480 horas (aproximadamente).
- Viernes a domingo: Lanzar la Liga Invernal Mexicana.
Todo ese esfuerzo rindió frutos en el 2017, cuando pudo graduarse y egresar como Ingeniero Petrolero en una faceta que espera seguir cumpliendo después de que su trayecto profesional dentro del deporte llegue a su fin.
“Casi nadie sabe de eso (risas) pero así me aventé ese tiempo que se fue de volada. Ya con el título en mano la verdad es que no esperaba regresar, sí me pasó por la cabeza, pero siendo realistas me enfoqué en seguirme preparando: ir al gimnasio, salir a correr y mantener una buena alimentación. Si llegaba, sin dudarlo tomaría la oportunidad”.
El inesperado regreso al diamante
Con dicha idea en mente, la vida transcurrió con total normalidad… hasta un viernes por la noche cuando en medio de una rutina de ejercicio, el apodado ‘Rey de los Deportes’ regresaría por completo a su cotidianidad.
“Es gracioso por cómo se dio, pero recuerdo que estaba entrenando y de repente me llega el mensaje de un amigo ese viernes por la noche. Me preguntó si tenía algo qué hacer al día siguiente, obviamente no y pues me ‘jaló’ a la Liga Invernal Veracruzana para jugar sin saber que eso sería un nuevo inicio en mi carrera”.
El día del juego se sorprendió: él quería lanzar cinco entradas, pero fue retirado de la ruta en la cuarta sin saber que un hombre llamado Eddie Castro le regresaría las ganas por regresar a ser profesional por su reclutamiento.
En un abrir y cerrar de ojos ya estaba yendo a los campos de entrenamiento donde equipos como Filis de Filadelfia, Mantarrayas de Tampa Bay, Azulejos de Toronto, Padres de San Diego y Diamondbacks de Arizona, veían cada uno de los movimientos de múltiples jugadores.
“Todo fue muy rápido, pasé de no lanzar nada a lanzar casi a diario en campos donde había visores de sucursales Triple AAA donde entrené con tipos como Luis Urías o Isaac Paredes, quienes hoy en día ya están en Grandes Ligas”.
No obstante y aunque las oportunidades no se dieron en equipos de la MLB, su rendimiento de velocidad en múltiples Academias de Desarrollo llamaron poderosamente la atención de distintos equipos de la Liga Mexicana de Beisbol (LMB).
Aunque los directivos de Tomateros de Culiacán lo reclutaron en la Liga Mexicana del Pacífico (LMP) por el simple hecho de haber nacido en la ciudad, un acercamiento desde Monterrey le cambió la vida profesional por completo.
“Recuerdo perfecto que Grimaldo Martínez, en aquel entonces directivo de Sultanes, se interesó mucho en mí por mi manera de lanzar con el brazo izquierdo. Después de que Tomateros me prestó en el invierno a ellos, en 2019 comenzó mi carrera profesional en la LMB con 25 años de edad”.
El duro negocio del beisbol
Tras la llegada de la pandemia, un nuevo reto se dio en su carrera con su traspaso a los Bravos de León a partir de la temporada 2021 tras apenas lanzar una apertura en pretemporada contra dicha organización.
“Me siento muy agusto aquí y la afición es increíble. Cada vez que me subo a la lomita se siente esa presión y a mí me gusta porque cuando lanzo no existe nadie más. Estamos yo, mi brazo, la lona y mi cátcher. Es una sensación indescriptible”.
Brazo persistente desde hace dos años con los leoneses, se espera su regreso para el 2024 aunque entiende perfecto cómo es el negocio del beisbol que es indescifrable.
Siempre en riesgo de ser cambiados de un día para otro, explica un poco de su experiencia en torno a dicho tema.
“Me gustaría quedarme, estar aquí como hasta los 40-50 años y ganar muchos títulos, pero el beisbol es así, tal y como le pasó a la ‘Flecha’ (Brandon Villarreal) o Niko (Vásquez). Una vez me sucedió que dormí como jugador de Tomateros y desperté ya como relevista de Yaquis de Ciudad Obregón. Me tuve que mudar un mismo día de ciudad, saldar la renta y todo eso que conlleva cambiarte de un día a otro”.
El esperado regreso
Consciente de ello y acercándonos al final de los 54 minutos que duró esta charla, Omar espera regresar lo más pronto posible a una ciudad que adora con el alma.
Sabedor que están en deuda con su afición, quiere dejar de lado aquella lesión y recaída que le permitió registrar solo una entrada de trabajo durante todo el 2023.
“No me hubiera imaginado que, en un mismo año, naciera mi hijo, tuviera la oportunidad de ser abridor, me lesionara, regresara, volviera a recaer y fuera operado por primera vez en mi carrera”.
Agradecido con Dios, su familia y la organización que confía en él a pesar de las lesiones, espera regresar a tope en el 2024, un año donde los Bravos de León están obligados a clasificar a Postemporada tras cuatro años de ausencia.
“Si quieres ser un verdadero beisbolista tienes que desayunar, comer y cenar beisbol. Solo así podrás llegar a ser protagonista en cualquier equipo”.
Así pues, antes de seguir con la rehabilitación de su brazo, Omar Sainz me dejó en claro su humildad, el disfrute de su familia y su ambición en el beisbol.
Esperando que el 2024 esté lejos de las lesiones, ojalá podamos ver pronto su mejor versión con León.
Su repertorio
- Recta con movimiento que parece transformarse en ‘Sinker’ o ‘Recta Cortada’.
- Cambio y Slider con suma lentitud que puede evolucionar a swiper o curva.
- El juego mental: Jugar con los movimientos a la hora del “Wind-Up”, ya sea con lentitud o rapidez, pero siempre con el objetivo de desesperar al bateador.
- El dato: No descarta ser abridor, pero “todo a su tiempo”.
Las rápidas
- ¿LMB o LMP?: “La LMB es de mucho bateo y la de LMP es de mucho pitcheo. En la de verano te equivocas tantito y lo pagas caro, en la de Pacífico influye mucho la altura y demás cosas”.
- Benjamín Gil: “Un mánager que confía mucho en ti y en tú potencial. Tuve la fortuna de trabajar con él y ojalá se le dé la oportunidad en Grandes Ligas porque ha trabajado mucho por ello”.
- El beisbol: “Un estilo de vida”.
-El Dugout del Gabo.