Es un viernes convulso en Guanajuato Capital. Miles de automóviles entorpecen la movilidad sobre un territorio de 996.7 kilómetros cuadrados. Una cifra impensada para la mayoría de los seres humanos que, día con día, pisan la Central de Autobuses y salen de la misma en busca de saciar ese conocimiento de turista que protagoniza el impulso de estar en una nueva ciudad.
En el último viernes de noviembre del 2023, uno de ellos soy yo, pero no salgo en busca de subirme a la clásica camioneta blanca que se dispone a dar un tour por los rincones más históricos y llamativos del municipio; no, ese día no es así, porque la misión está clara en mi cabeza: viajar hasta el Polideportivo CODE y sentir a flor de piel lo que se hace en la Academia de Beisbol de CODE Guanajuato.
Pero es un día donde el aplazamiento parece ser el sello distintivo, pues la cita que acordé a las tres de la tarde con treinta minutos con Alfredo Peralta, coach y responsable de la academia junto a su hijo, terminó por realizarse una hora después debido al agobiante tráfico del territorio capitalino.
El viaje en uber fue reconfortante con una plática que me puso al día de la ciudad que estaba visitando y, una vez terminado, el deleite ocular de un paisaje muy pocas veces visto en mi vida: un complejo deportivo con la naturaleza en su máximo esplendor.
Pasadas las cuatro y media de la tarde, los muchachos regresan a una especie de villa deportiva donde, distribuidos en habitaciones, dejaron su equipamiento para disfrutar de una comida nutritiva en su desarrollo: caldo de res y pollo con ensalada.
En medio de un apetito insaciable, algunas risas se hicieron presentes mientras los platillos se comían y las bebidas acompañaban la relajación necesaria después de un intenso scouteo de los Marineros de Seattle en el campo de La Valenciana.
Nombres como los de Antuan Franco (SS) y Bryan Lara (P), quienes viajaron a León para el pasado torneo Sub 23 donde fueron campeones, figuran en dicha mesa después de dejar demostrada su calidad en busca de conseguir su deseo más grande: llegar a las Grandes Ligas.
“Nomás almorzamos como a las siete y media de la mañana y desde allí salimos hasta La Valenciana, pero nos fue muy bien. Dieron todo los muchachos y creo que se dio buena imagen”, menciona Alfredo antes de tomar su celular e irse con rumbo a las cajas de bateo.
Entre redes que protegen a los escépticos y amortiguan los batazos de cada aprendiz, la corrección de mecánica y palabras de motivación acompañan la práctica de bateo de chicos como Richard Domínguez (15 años), Giovanni Aguilar (14 años) y Cristian Morales (14 años), quienes entre un mar de ‘carrillas’ por su apariencia en las fotografías, se divierten en una productiva tarde de bateo donde la mecánica se corrigió y la intención se perfeccionó.
Mientras los batazos resuenan en dicho espacio cerrado de bateo, a las afueras del recinto, en medio del último auge de los intensos rayos del sol antes del friolento atardecer, un cúmulo de jóvenes se paran sobre un blanquecino montículo con una misma misión: corregir y mejorar su mecánica de lanzamiento.
Con una especie de lazo, el ‘Junior’, apodado así por ser el hijo de Alfredo Peralta, se encarga de evitar lesiones o desgaste del cuerpo de sus pupilos con extensas explicaciones sobre lo que está haciendo mal el pelotero en turno.
Una serie de diez lanzamientos por hombre marcan el preámbulo del tiro de rolas y la efectuación de multas a quienes no lo hagan bien.
“Quien haga los errores en estas ‘rolitas’, los voy a multar: se me van a poner sus zapatos y van a correr, así que ‘truchas’ por si no quieren cansarse todavía más”.
Algunos tuvieron más, otros tuvieron menos. Lo que sí es un hecho es que las risas y ‘carrillas’ no faltaron y, ni mucho menos, la pose para la foto del recuerdo que evidencia un trabajo de poco más de media hora con el paisaje natural de un cerro como fondo.
Aunque ciertos peloteros como Paolo Gaxiola se ‘chivean’ por la presencia de una nota de audio y la carrilla de sus propios compañeros, lo cual provoca el efímero relato de su lugar natal de nacimiento (Culiacán) y su presencia de poco más de seis meses en la Academia desde aquella invitación en un torneo en la Deportiva del Estado, algunos como Abraham Olalde platican con alegría su historia de vida en el beisbol.
“Soy de Celaya, tengo 13 años y ya llevo seis meses en la Academia. Desde los nueve vengo jugando beisbol porque vi a un amigo jugar fuera de su casa lanzándole la pelota a su papá”.
Desde ese momento, la vida de Abraham, quien es receptor, comenzó un trayecto cien por ciento beisbolero que, en ese vigésimo cuarto día de noviembre, rindió frutos con el scouteo de los Marineros de Seattle, equipo en formación con jóvenes peloteros que trabaja en la incesante búsqueda de jugar su primera Serie Mundial.
“Me sentí contento, bien, feliz, a veces me duelen las rodillas pero me aguanto el dolor y a veces descanso. Lo combino con la escuela porque voy en segundo de secundaria”.
Con un peinado con forma de ‘hongo’, su apodo de ‘Coño’ lo hace icónico entre sus compañeros al poner un ambiente totalmente beisbolero que ha podido sentir en Puebla, Guerrero y Ciudad de México.
Todo eso con un solo objetivo:
“Llegar a las Grandes Ligas y, si se puede, con los Astros de Houston porque me llaman la atención”.
Una atención que, en el hoy, se enfoca en disfrutar con sus compañeros el atardecer y, posterior a ello, la noche que se acerca a pasos agigantados con la luna como testigo predilecto de su convivencia.
Mientras el entrenamiento masculino termina, comienza el femenil y, aunque solo hayan asistido dos bateadoras, la emoción y pasión por el apodado ‘Rey de los Deportes’ persiste en este recinto.
Con el anochecer comenzando a florecer y el reloj marcando las seis de la tarde con cincuenta y cinco minutos, el trabajo de gimnasio comienza para algunos y termina para otros.
Aunque la mayoría está exhausta, Aide Palafox y Zoe Blancarte, beisbolistas desde hace cinco años, se recuestan en el suelo del recinto después de practicar su bateo en las cajas del recinto.
Si bien la creación de la Liga Mexicana de Sóftbol (LMS) ampliará las oportunidades para jugadoras como ellas, aún hace falta mucho camino por recorrer en busca de lograr la igualdad de condiciones.
“Nos hace falta mucho apoyo, claro que la Liga Mexicana de Sóftbol nos ayudará mucho, pero no tenemos tantos torneos locales y regionales. Aún estamos lejos de tener una adecuada preparación y regularidad que nos permita seguir avanzando”, comenta Aide, quien con apenas 15 años de edad, se erige como una intensa paradora en corto.
Zoe la apoya y secunda en este sentido, pues ha vivido en carne propia todo este proceso que busca cambiar junto a ella y las demás jugadoras que practican este deporte en la entidad guanajuatense y, en específico, dentro de esta academia.
“Sí, hace falta (apoyo) porque, sí o sí, eso nos permitiría lograr nuestro sueño de jugar profesionalmente donde sea: aquí en México o en Estados Unidos”.
Un sueño que seguirá gestándose entre perfección en su bateo, fildeo y el trabajo de gimnasio, tal y como lo intentan hacer en ese preciso momento mientras el olor a comida se impregna en sus rincones.
Y es que, mientras ellas siguen con su rutina deportiva, una pizza es devorada por Alfredo Peralta Junior, quien decide hacer una pausa en su acción para platicar de su sentir en esta profesión con sus ojos puestos en los trofeos que ha logrado junto a su padre en este proceso formativo.
Con 21 años de edad, acumula 19 dedicándose al deporte que tanto ama en su hogar, pues también su madre fue parte de un proceso que lo llevó a distintos campamentos como el de los Bravos de León, donde fue invitado a la pretemporada del equipo en 2022.
“Hubo seguimiento en sucursales, pero no se dio ningún acercamiento en concreto y pues persistimos por encontrar esa oportunidad mientras transmito lo que he ido aprendiendo. Esto me gustó desde los 13 gracias a mi papá, que siempre me inculcó la enseñanza de tú enseñar lo que ya has aprendido”.
Con la misión de seguir con su proceso formativo hasta que lleguen a firmar su vínculo como profesionales, Peralta Junior encuentra la oportunidad de seguir creciendo y aprendiendo conforme él mismo lo hace porque “es un trabajo de todos los días y ellos también te enseñan cosas”.
El sentimiento especial de algo bonito persiste todos los días y con vías a probarse en algunos equipos del circuito veraniego mexicano de cara al 2024, aclara que el beisbol es pasión y un lugar de sanación, situaciones que se mantienen sin importar los más de 2 mil 500 kilómetros que lo separan de Ensenada, su tierra natal.
“El beisbol es mi vida y a mi padre le agradezco porque es mi héroe y mi mayor ejemplo a seguir”.
Una plausible labor
Todavía a mi partida pasadas las siete de la noche, el sentimiento fue especial. El cordial ambiente me invadió a cada segundo de mi visita a esa enorme Academia de Beisbol que se encuentra en el Polideportivo de CODE Guanajuato.
El compañerismo reina entre todos los involucrados y es reconfortante saber que, al menos desde sus inferiores, las intenciones son de un varadero proyecto en pro del futuro del beisbol en la entidad.
El gimnasio, las cajas de bateo, el bullpen y la cancha, son más que adecuados para el desarrollo de cada uno de los peloteros que deciden enrolarse en busca de su sueño de llegar al profesionalismo.
Eso sí: como bien dijeron Zoe y Aide, aún falta mucho camino por recorrer en el plano femenil, pues más allá de la creación de la LMS, creo fehacientemente que es primordial comenzar con la creación de mayores torneos regionales y ampliar la apertura de las jugadoras para mostrarse. Ojalá que la creación de este circuito profesional, sea el inicio de un futuro promisorio en el beisbol y sóftbol femenil en México.
Ojalá que, de la mano, ambas ramas sigan creciendo y, de acá, surjan mayores talentos nacionales en el deporte mexicano.
Pero, por lo pronto, qué lujo haber estado en unas instalaciones donde, de verdad, se nota el apoyo a este lindo deporte y, fiel reflejo de ello, son los triunfos externos que han tenido como el del Torneo Sub 23 de los Bravos de León.
Así sí… así sí.
¡Bendito sófbtol!
¡Bendito beisbol!
-El Dugout del Gabo.