Los dos pies están sobre el montículo mientras se pone de acuerdo con su receptor sobre el próximo lanzamiento. Una vez que los ojos afirman el gusto por una recta, una curva o un slider, el pie izquierdo se mantiene en el montículo, pero no el derecho: este sale hacia el mismo lado de forma circundante.
Cuando el windup termina y el brazo zurdo deja que ‘doña blanca’ llegue a su adorado destino, ya sea el guante del receptor, la red protectora del parque donde es protagonista o el bate que le da en toda la nariz (mucho depende del capricho de su ánimo), el semblante de Jonathan Vargas queda al descubierto ya sea con una cara de alegría, enojo o frustración; todo depende del ánimo de esa blanquecina bola compuesta de 108 costuras.
Este movimiento especial, que se da en aquellos lugares donde el beisbol se juega profesional, es la analogía misma de una relación amorosa: cuando se tiene y se acaricia en el brazo, ese poder se disfruta, pero una vez que se aleja de dicha extremidad, la suerte está echada y no hay control absoluto en ello más que el de la creencia.
Muchos lanzadores tienen su distintivo, pero el descrito líneas atrás, es el que ha puesto en práctica Jonathan Vargas desde hace cuatro años en el Domingo Santana, donde la afición lo aclama como ese protagonista que se roba los cinco minutos de aplausos dentro de los festivales y salas de cine.
Pero alejado de ese lúgubre ambiente que se vive en una sala de cine durante la proyección de una película, Vargas disputa cada juego de pelota con los reflectores de luces led encima de él y su franela de los Bravos de León.
El Distinto
No es el clásico pelotero que festeja en dejo de burla hacia el contrario; no. Cuando él grita arriba de la lomita es para arengar a sus compañeros. Es el lenguaje mismo del pitcher dentro del beisbol: “yo ya hice mi trabajo, les toca a ustedes”.
Él va en contra de las reglas y de lo establecido porque es aburrido regirse por algo que no eres. Es el diferente. Es el amado. Es El Distinto.
Es el que va en la mente del aficionado cuando paga el boleto en línea o taquilla; el que ve el bate quebrado del ofensivo que no pudo hacerle daño; el que aclama el fanático en el campo de batalla en forma de diamante, porque con el fusil en la mano zurda y la trinchera en la mano derecha, ha sobrevivido a los mortíferos ataques del negocio llamado beisbol: los cambios de franquicia.
Desde el 2019, el oriundo de Acarigua, ciudad que se encuentra en el centro occidente de Venezuela, ha cimentado una relación de amor-odio con la afición de los Bravos de León porque, eso sí: el error existe y existirá hasta el fin de los tiempos.
El Distinto ha sido testigo del peregrinar de infinidad de compañeros: Agustín Murillo, Joey Terdoslavich, Xavier Batista, Brandon Villarreal, Chris Roberson y Cristian Castillo, solo por mencionar algunos; pero en él, y desafiando a la naturaleza misma del beisbol, el amor por los colores y la ciudad ha prevalecido en todos estos años.
En 2024, cumplirá un lustro de sus 34 años de vida jugando para los Bravos de León, y es posible porque, sin saber si es parte de la manía juguetona de la vida llamada ‘azares del destino’, Jonathan Vargas ha demostrado tener el temple y carácter para ser el pelotero franquicia de los cuereros.
Transpira al máximo en cada lanzamiento, goza los strikes y las victorias que eso conlleva, pero sufre con intensidad las bolas, batazos y las derrotas que eso conlleva. Es el perfil de un auténtico Bravo de León.
Sus números temporada por temporada
2019: 6-2.
- ERA: 6.91; IP: 54.2; H: 82; R: 45; HR: 9; BB: 12; SO: 26; WHIP: 1.720.
2021: 1-6.
- ERA: 8.12; IP: 47.2; H: 69; R: 46; HR: 7; BB: 21; SO: 33; WHIP: 1.888.
2022: 6-6.
- ERA: 5.27; IP: 56.1; H: 64; R: 37; HR: 7; BB: 25; SO: 44; WHIP: 1.580.
2023: 4-6.
- ERA: 5.07; IP: 65.2; H: 73; R: 41; HR: 5; BB: 13; SO: 40; WHIP: 1.310.
PD: Poco a poco ha mejorado sus números y su nivel va en ascenso. Las estadísticas son concretas y en el WHIP está la clave: pasó de estar en pésimo a estar dentro del promedio. La cuestión: que se quede y no lo vayan a cambiar dentro de una organización en la que la persistencia suena utópica.
-El Dugout del Gabo.