Son las nueve de la noche del penúltimo jueves del dos mil veintitrés y una peculiaridad azota de lleno mi cabeza y mi percepción deportiva: a los Pumas de la UNAM, uno de los clubes grandes de la historia de la Primera División de México, le llueven críticas de todo tipo por el fichaje que está a punto de cerrarse con Guillermo Martínez, delantero del Club Puebla que, apenas en el Apertura 2023, pudo demostrar su potencial con 11 anotaciones.
Lo he visto una y mil veces cómo al delantero que viene de Sudamérica o, en algunos casos, de Europa, se le da el siempre mediocre “beneficio de la duda”, casi como si viniera escrito en letras chiquitas dentro del vínculo que firma el jugador.
Caso contrario a cuando lo hace un mexicano, pues ya se piensa que es sinónimo de fracaso sin siquiera haber pisado con sus dos piernas la casa club de su nueva institución.
Minutos después de analizar todo lo sucedido, dentro de lo más recóndito de mi mente de reportero, fue imposible no hacer una comparativa con lo que sucede en la Liga Mexicana de Beisbol (LMB); muy en específico, dentro de la franquicia de mi ciudad: los Bravos de León.
Fue inmediato el recuerdo de lo que sucedió este lunes 18 de diciembre, cuando el equipo leonés anunció la llegada de su décimo fichaje: Wendolyn Bautista, quien es dominicano y mantiene la línea de contratar a peloteros de todas partes, menos de México.
¿Por qué contratar a este domincano con 2.73 de efectividad en 33.0 innings lanzados si en un equipo como Olmecas de Tabasco, se encuentra un mexicano como Juan Macías, quien registró una efectividad de 1.96 en 36.2 entradas lanzadas?
¿O por qué contratar al jardinero Aneury Tavárez para quitarle esa oportunidad de trascender de una vez por todas a tipos locales como José Camacho y Gilberto Carrera?
¿Por qué, incluso, dejar ir a Brandon Villarreal, un pelotero nacional que, durante toda su estancia en el Bajío, no bajo del promedio de bateo de .300?
OJO: No es nada en contra de estos nuevos peloteros, a los cuales respeto en su totalidad y me expreso sin afán de ofenderlos porque yo no dudo de que sus números están justo en el promedio de la LMB, pero creo que, en el mercado nacional, hay mejores opciones para reforzar estas posiciones.
Y sí, aplaudo ese trabajo que se está haciendo en las inferiores del club como en la Academia de Beisbol de Guanajuato, pero es momento de empezar a dar ese salto y cambiar una inercia que va en contra de los peloteros nacionales. Bravos no es el único club y me consta.
Desconozco la mecánica de negociaciones entre los mismos clubes de la LMB, si existen trabas o algo por el estilo para no ‘soltar’ a talentos mexicanos, pero se debería ser flexible en ese aspecto.
Con 10 nuevos peloteros extranjeros, a León solo le faltan pocos para alcanzar el límite de 20 que estipula la LMB que, desde mi perspectiva, es la primera en equivocarse al poner a funcionar esta regla.
Sé que es un proceso.
Sé que es poco a poco.
Sé que Roma no se construyó en un día.
Pero, al menos, yo, ya me cansé de esperar y dar “el beneficio de la duda”.
Los Bravos parecen ser de todas latitudes, menos de León.
Y es una dura realidad que hay que aceptar y que hay que tratar de cambiar.
Pero, como en toda idea que va en contra de lo establecido, esta también se percibe totalmente utópica.
-El Dugout del Gabo.