La práctica terminó y el agua, recurso indispensable de hidratación, es obligatoria. Hoy, a diferencia de otros días, terminaron temprano y los protagonistas, apegados a un riguroso compromiso con la institución, se fueron a realizar trabajo de gimnasio. Sin embargo, él, por ser el manejador principal, se ve obligado a detenerse un momento a solas para ajustar, reforzar y cambiar algunos detalles del rompecabezas que erigen a los Bravos de León en 2024.
Con lentes de sol y vestimenta alusiva a los colores que representa desde el dugout, Rafael Antonio Rijo, pelotero retirado y entrenador consumado, se da un espacio en su agenda para charlar con El Dugout del Gabo acerca del nuevo reto que lo entusiasma en la Liga Mexicana de Beisbol. Y es que, por primera vez en su carrera, asumirá como el manejador principal de una franquicia beisbolera.
“Gracias a Dios por estar aquí y a la enorme organización para darme la confianza de tomar el control de este barco y llevarlo a buen puerto. Desde que iniciamos el campamento de primavera, lo hicimos como campeones. El anterior año fue difícil por el tema de lesiones y tuvimos que improvisar y, en esta liga, es muy difícil lograr cambios a media temporada”.
El deseo y la ilusión, enormes como el carisma que expresa y contagia en cada explicación, están intactos. Recalcando que la mentalidad es de ganar, a como dé lugar, el título de campeones, Rijo, quien llegó desde hace un par de años a la organización leonesa desde Tecolotes de Dos Laredos, recuerda el pasado para reforzar la idea del presente y cimentar los firmes pasos hacia el futuro inmediato.
Sobre una pequeña sombra que predispone el Estadio Domingo Santana, donde su diamante goza de los diáfanos rayos del sol, pone sobre la mesa el nombre de Nando Troncoso.
“Él se encargó de crear el primer programa de beisbol en mi pueblo (La Romana, República Dominicana) para nosotros ser firmados por organizaciones de Ligas Mayores. Fui a pequeñas ligas, él confío en mí y me llevó. Primero me vieron los Rangers de Texas, pero los Dodgers de Los Ángeles se adelantaron y, en ese primer tryout, me firmaron con 16 años y ocho meses”.
Poniendo por delante la pasión por jugar al beisbol, sus ojos brillaron al recordar la emoción que sintió dentro de su ser al ser firmado por la organización angelina. El dinero pasó a segundo plano por ese sentimiento de poder representar a una franela tan grande como la de los Dodgers.
“Estuve mucho tiempo allí (cuatro años en filiales) hasta que, después, me firmaron los Expos de Montreal y los Rangers de Texas. Al final, me fui a la Liga Independiente con los Apaches de Laredo y sentí una emoción muy grande”.
Con experiencia en Tigres de Licey, Águilas Cibaeñas y Toros del Este durante diferentes temporadas de beisbol invernal, Rijo puso final a su carrera como pelotero en la época de los 90, donde tuvo un último registro de .290, cuatro jonrones y 18 carreras impulsadas con los Apaches de Laredo.
Sin embargo, una vez colgados los spikes, comenzó una nueva carrera en el Rey de los Deportes: la de scout, coach y asistente de manejador.
Durante ocho años, del 2001 al 2009, fue coach de bateo, de jardines y de bases en los Dodgers, en donde también persistió como scout durante cuatro años: del 2009 al 2013.
“Tuve a José Domínguez, Alfredo Silverio, Carlos Santana y muchos más. Yo creo que, si te contara todos los que tuvimos, nos llevábamos toda la tarde (risas). La verdad que fue un tiempo muy lindo, pero también exigente”.
Rijo está eternamente agradecido con los Reales de Kansas City y las Medias Blancas de Chicago por haberlo arropado como coach de bateo y de jardines, pero aclara que existe una filosofía muy especial que diferencia a los angelinos del resto.
“Todo aquel que entra al clubhouse se siente campeón. Cuando tú entras a un lugar como ese, sientes la vibra de un equipo que ha estado y batallado en lugares importantes en una liga tan difícil como la MLB. Cuando te pones ese uniforme sientes esa obligación y yo me siento así porque me crié allí. Llegué con 16 años y todo se lo debo a ellos”.
A punto de comenzar su primera experiencia profesional como manejador oficial en la Liga Mexicana de Beisbol (MLB), Rafael Rijo disfruta y goza cada momento que vive con el uniforme de los Bravos de León.
Recalcando que en 2023 fue una temporada de improvisación y esfuerzos mayúsculos por las lesiones, promete un equipo ofensivo y no escatima en los esfuerzos por mejorar, en lo absoluto, dentro del bullpen con el pitcheo.
“Las lesiones nos orillaron a experimentar por el poco material que teníamos disponible. Claro que estamos trabajando en el pitcheo, en mejorar y dejar en el olvido el pasado sin dejar de lado las cosas buenas que hicimos. Estamos trabajando para que los muchachos se mantengan sanos y podamos trascender en la próxima temporada”.
Tratando de aplicar esa filosofía de disciplina, esfuerzo y mejora continua que aprendió y transformó en su estancia con los Dodgers, deja en claro que deben dejar atrás lo que ha pasado en el ayer.
“Si nos quedamos en el pasado no disfrutaremos del presente y no podemos vivir con eso. Ayer es ayer, hoy es hoy y mañana es mañana. A toda esa gran afición decirle que agarremos el 2024, jugaremos duro y haremos olvidar todo lo que sucedió en el pasado porque nos seguiremos sintiendo orgullosos de pertenecer a los Bravos de León”.
Entre risas y buena vibra, Antonio Rijo se despide de las letras de este medio para seguir con su preparación de cara a la temporada 2024 que arrancará el próximo viernes 12 de abril con el primer juego de la serie de tres ante Leones de Yucatán.