Acaba de vaciar su agenda del mediodía y su voz, afable a través de la línea telefónica, es de entusiasmo. Se siente bien y emocionado por el presente que vive en su recuperación y por el futuro que está por venir en los próximos meses. “Me siento bien, paso a paso saliendo adelante, todavía con las terapias”. Así lo reafirma antes de comenzar con esa remembranza al pasado que enalteció su nombre en la ciudad que lo vio nacer, crecer y consolidarse.
Su nombre es Arturo Guerrero Moreno y es popularmente conocido como “Pitos” y “Mano Santa”. Es de origen cien por ciento leonés y asistió a dos Juegos Olímpicos: México 1968 y Montreal 1976.
Basquetbolista prodigio desde los 14 años y consolidado a los 25, ‘Pitos’, quien se recupera de una operación de una de sus manos debido a una artrosis severa de cuarto grado que tuvo a finales de septiembre del 2023, hace una pausa a la cotidianidad del presente para evocar la emoción que sintió y gozó en el pasado.
“Muchísima gente pensó que solo era una ilusión, pero yo hice mi sueño realidad”, comienza con el relato de la experiencia que vivió en México 1968. “Tenía solo 20 años y comenzamos a concentrarnos tres años atrás: desde finales de 1965 hasta mediados de 1968, cuando fueron los Juegos Olímpicos en México”.
Destacando las amenidades que había en la Villa Olímpica, tales como funciones de cine y artistas internacionales, además de un casino internacional, Arturo destaca el enfoque que tuvieron él y sus compañeros para no desconcentrarse y lograr un plausible quinto lugar al finalizar la competencia.
Parte del Grupo B, donde estuvieron presentes junto a la Unión Soviética, Brasil, Polonia y Bulgaria, entre otros, el baloncesto se jugó durante 10 días: del 13 al 23 de octubre de 1968 en el Palacio de los Deportes.
Ubicados arriba de Polonia, Italia y España, fue con esta última selección donde ‘Pitos’ tuvo una anécdota invaluable con otra leyenda del deporte mexicano, siendo esto lo que provoca su completa nitidez a más de cinco décadas de distancia.
“En el día donde el ‘Tibio’ Muñoz ganó el oro, antes de que lo hiciera y de que nosotros fuéramos al juego contra España, nos hicimos una promesa por iniciativa suya y me dijo: ‘tú le ganas a España y yo ganó la medalla de oro’”.
“Cuando estábamos jugando en el Palacio de los Deportes, al medio tiempo, se escucha que anuncian por las bocinas que un mexicano ganó por primera vez la medalla de oro en 200 metros pecho y yo lo que pensé fue: ‘ingesu, ya cumplió (risas)’”.
“Al final, nosotros ganamos por un punto y a mí me tocó hacer los puntos finales. Una vez terminado el juego, nos vimos y nos dimos un abrazo por la promesa cumplida”.
De quien habla la leyenda leonesa es de Felipe Muñoz Kapamas, quien sorprendió al mundo entero por haber logrado la primera medalla de oro de México en natación, justo por delante del soviético Vladimir Kosinsky, quien marchó como amplio favorito.
Ambos fueron contemporáneos y promesas de México en su momento, pues ‘El Tibio’, de solo 17 años de edad y ‘Pitos’, de 20, se catapultaron como grandes eslabones de sus respectivas disciplinas en beneficio de la delegación mexicana que, en aquella justa, terminó con una cosecha de nueve medallas: tres de oro, tres de plata y tres de bronce.
Así pues, tras esta primera experiencia, dos ciclos después, en Montreal 78, Guerrero regresó a la representación de su país con 30 años de edad y en pleno apogeo de su carrera.
“Tuvimos mucho roce internacional por Europa, jugábamos 32 partidos al año y recorríamos Estados Unidos para jugar contra las mejores universidades. Rusia, Brasil, Puerto Rico y Panamá venían a México para jugar contra nosotros y, aproximadamente, teníamos entre 50 a 60 juegos al año y eso nos ayudó mucho”, recuerda ‘Pitos’.
Si bien no pudieron repetir la hazaña de México 68, donde, además, el leonés se erigió como uno de los 10 mejores jugadores de su disciplina, su experiencia en Canadá le ayudó en demasía para forjarse, tiempo después, en los banquillos como coach.
Y es que después de no tener el aval para asistir a los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980, su cercanía con estas competencias continentales se volvió a dar en su nueva faceta y es que después de cuatro años de experiencia en Puerto Rico, Arturo comandó la medalla de oro en los Juegos Centroamericanos de 1990 que se disputaron en la Ciudad de México, y la de plata en los Juegos Panamericanos de 1991, que se llevaron a cabo en Cuba.
“La agilidad mental y la toma de decisiones en un segundo me ayudaron muchísimo a destacar como jugador y entrenador y odas esas experiencias en Juegos Olímpicos las guardo en mi corazón y como dije al principio: hice mi sueño realidad porque me lo fijé desde un principio”.
Con récord de 114 victorias y 39 derrotas como coach, su rica carrera, también como jugador, faceta en la que asistió a sus mencionados dos Juegos Olímpicos, es tan emblemática que la ciudad leonesa aún no lo olvida, pues distintos son los reconocimientos que recibe al año. “Entre 15 y 20”, refuerza.
Haciendo hincapié en que nunca existirá un Dream Team similar al de Estados Unidos en España 1992, pero valorando el esfuerzo que hacen en la actualidad rumbo a París 2024, Arturo Guerrero, leyenda leonesa viviente, manda un emotivo mensaje para todos sus seguidores y conocidos.
“Veo que hay copas y homenajes a mi nombre y eso es muy especial, su cariño es incomparable y quiero mandarles un fuerte abrazo y saludo de agradecimiento. También, decirles una cosa: hay ‘Pitos’ para rato”, finaliza.