Cuando buscaba los días que faltan para las elecciones del 2024, encontré algunos datos y efemérides que hacen a ese año especial: es bisiesto y es Año del Dragón para los chinos. En México es la meta de un cambio pacífico de poderes.
Faltan 697 días para el 2 de junio del 2024, fecha de la elección. La campaña comenzó desde hace unas semanas cuando los tres precandidatos de Morena se plantaron en Toluca en un acto multitudinario.
También arrancó en todos los estados con la inversión de ayudas sociales por parte de municipios y gobiernos estatales. Qué decir del billón de pesos (un millón de millones) que repartirá la Federación en apoyos directos en los siguientes 24 meses. Un puntal para retener el poder.
La campaña también está en otros subsidios al consumo como el de la gasolina: la inversión más grande del año. Ochocientos millones diarios cuesta al erario que no haya un “gasolinazo” que dé al traste con las promesas presidenciales. Sin ese subsidio, la inflación llegaría a más del 10% como en Inglaterra. No importa a la Federación quemar tanto dinero en los cilindros de autos y camiones con tal de ganar la elección. El dinero del excedente por los altos precios del petróleo no compensa ni la mitad del subsidio.
Lo que no hicieron durante la pandemia, cuando la economía necesitaba una inyección energizante de recursos, hoy lo hace el gobierno para atrancar la inflación, de no hacerlo, sería veneno puro para Morena.
La apuesta es que los precios internacionales del crudo, el gas y la gasolina cedan en los próximos meses con las medidas de restricción monetaria en los países consumidores. Es como ir a Las Vegas y jugar “el resto” a pares y nones. Rusia tiene un as económico en la manga que puede jugar contra Occidente: cortar todo el suministro de petróleo y gas a Europa.
Calculan expertos que el barril de petróleo se iría a 280 dólares. Una bomba económica para desestabilizar a quienes apoyan la independencia y democracia en Ucrania. No habría dinero suficiente para subsidiar la gasolina que estaría en 40 pesos sin impuestos. Esperemos que nunca suceda.
Si llegáramos a esa escalada en la guerra bélica-económica, la recesión golpearía a Estados Unidos y hundiría a México después de 6 años de nulo crecimiento. Sería un escenario terrible, incluso quienes prefieren que todo vaya peor para que se vaya la 4T, no deberían siquiera imaginarlo. Preferible la estabilidad económica y social en la transición con un triunfo de Morena, que revueltas o malestar social generalizado.
A estas alturas de la campaña, no hay duda que el candidato de Morena será Marcelo Ebrard si el Presidente destapa su corcholata con pragmatismo. Puede querer mucho a Claudia Sheinbaum pero no garantiza el triunfo como un candidato moderado. Sucedió con Lázaro Cárdenas, quien prefirió a Manuel Ávila Camacho, un hombre conservador y católico para sucederlo que a un radical.
Ebrard sigue la política de López Obrador porque es su oportunidad de llegar a la Presidencia. Sentado en la silla, cambiaría en un giro de 180 grados la política actual. Hay que recordar su formación original con Manuel Camacho en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. El Canciller sabe cómo funciona el mundo y sería un presidente realista y pragmático. Así lo fue como gobernante de la CDMX. Su fortaleza está en no crear espantos como lo harían Claudia y Adán.
Esperemos que el año bisiesto de 366 días y del Dragón sea de pura energía y no de llamaradas que quemen las aspiraciones de paz y prosperidad para el país.