“En cada hombre, en cada individuo, se contempla un mundo, un universo”. 

Giordano Bruno

A las 9 de la mañana de hoy, la NASA revelará las primeras imágenes tomadas por el telescopio James Webb, colocado entre la Tierra y el Sol. Después de 6 meses y medio de su lanzamiento al espacio; después de viajar 1.6 millones de kilómetros y ser puesto a punto para ver, entrega impresiones tomadas con su receptor de rayos infrarrojos. 

Mucho se habla de la maravilla tecnológica que costó 10 mil millones de dólares y casi dos décadas de diseño y planeación. Multiplica la potencia de su predecesor, el Hubble que gira alrededor del Planeta. Las primeras 5 imágenes que publican son de constelaciones, galaxias, nebulosas y un exoplaneta.

El presidente Joe Biden presentó ayer la primera imagen de un pedazo infinitesimal del espacio donde habitan miles de millones de galaxias y mencionó que con el telescopio Webb, los científicos podrían viajar al pasado 13 mil 500 millones de años. Distancia cercana al Big Bang, establecido en 13 mil 800 millones de años. 

Los exoplanetas fueron confirmados en 2008 por el Hubble, pero hubo un hombre que los imaginó hace más de cuatro siglos. Giordano Bruno, sacerdote dominico, planteó que el universo tenía muchas estrellas y mundos alrededor de ellas, además podía ser infinito y la tierra no era su centro como lo enseñaba la Iglesia. Pensaba que en múltiples planetas del universo debería existir vida como la humana. Una visión que tal vez en cuatro siglos más o en un futuro avanzado pueda descubrir nuestra especie. 

Al no retractarse de sus ideas fue condenado a la hoguera por la Inquisición y quemado en 1600 en el Campo di Fiori, en Roma, donde hoy se erige una impresionante estatua en su memoria. 

Pero si el universo es visto por millones de personas y cada uno de nosotros es un universo en sí mismo – como lo decía Bruno- sólo alcanzaremos la comprensión de nuestra existencia cuando dejemos de extinguir la vida de nuestros semejantes con guerras absurdas y violencia que no corresponde a nuestro desarrollo científico. Hoy celebramos, con los ojos en el espacio, el avance en la comprensión de nuestro origen y evolución. 

Sabremos cómo se formaron las estrellas y las galaxias; entenderemos mejor los hoyos negros y la materia oscura; sabremos si en los planetas hay atmósferas con posibilidad de vida. El telescopio Webb concentrará la atención de los astrónomos más brillantes del mundo y abrirá las puertas a la inquietud y curiosidad de las nuevas generaciones. Con el uso de la inteligencia artificial obtendremos conocimientos nunca imaginados. 

Mientras eso sucede en el espacio, otra máquina mira a las partículas básicas de la materia y la energía: el Gran Colisionador de Hadrones ubicado entre Francia y Suiza quedó listo para una segunda generación de investigaciones más potentes para descubrir preguntas y respuestas sobre la física de partículas. Algo atractivo pero incomprensible para quienes sólo estamos enterados por la divulgación científica básica. 

Es probable que hoy tengamos muchos niños y jóvenes que soñarán con las estrellas como lo hizo Bruno, que tengan la intuición de mirar a las estrellas con la ilusión de que algún día -no sabemos cómo- nuestra especie pueda poblar otros mundos, como lo ha planteado Elon Musk y otros visionarios de nuestro tiempo. 

Mientras tanto debemos pensar en cómo no extinguir con la violencia los universos presentes que son nuestros semejantes, porque cuando fallece un ser humano, se extingue un mundo. Giordano tenía la razón humanista y científica en su concepción de la realidad. 

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