“Con agua, algo queda, sin agua nada queda”.
Refrán popular
La crisis de la sequía y la falta de agua escala en Nuevo León. La zona metropolitana de Monterrey la sufre. Llega el racionamiento y el gobierno, angustiado por el problema, recurre a todas las fuentes de abastecimiento. Agua y Drenaje, la paraestatal, perfora pozos, planea acueductos y recurre a fuentes como los ríos Ramos y Pilón. Los agricultores que reciben agua de esos caudales se rebelan y cierran carreteras. El conflicto comenzó.
En los estados del norte el problema crece porque las condiciones meteorológicas no ayudan. No recordamos una crisis hídrica de tal magnitud. El País tiene compromisos de regresar agua a Estados Unidos pero no puede cumplirlos porque simplemente no tenemos con qué hacerlo. Nuestro vecino tiene problemas graves. Arizona, Nevada y California tendrán que racionar el abastecimiento.
Pero vayamos a Guanajuato. El año pasado tuvimos un buen año pero el 2022 pinta mal. A finales de la temporada pasada la presa Solís en Acámbaro se llenó con mil millones de metros cúbicos. Buena reserva. El problema es el actual temporal que va lento. El norte del estado sufre en las plantaciones de temporal. No ha llovido lo suficiente y si en las dos semanas que faltan de julio no llueve, la cosecha se perderá.
Nuestras ciudades también podrían sufrir el problema de un año seco. En León tenemos 30 años planeando cómo resolver el problema. La burocracia federal y la ineptitud ejecutiva de los últimos sexenios impiden la renovación del abastecimiento. Durante dos décadas nos dijeron que podríamos traer agua de Jalisco. Construimos una presa en El Zapotillo. Contratamos a Abengoa, una empresa española que construiría el acueducto desde Temacapulín. Fue un cuento. Abengoa recibió anticipos, compró tubería por cientos de millones y al final se llevó nuestro dinero para enfrentar una quiebra en España.
Nos quedamos en el aire. A Abengoa le quedó perfecto el pretexto de que no se liberaba el derecho de vía para instalar la tubería, el gobierno blandengue de Guanajuato no tuvo las agallas para exigir a la administración de Enrique Peña Nieto que finalizara el proyecto. Llegó la 4T y despojó a Guanajuato de su derecho al agua de la presa del Zapotillo. Una jugada política en contra del estado más alejado de Morena.
Si pensamos que la federación nos ayudará, estamos perdidos. Faltan 2 años para que termine el mandato de López Obrador y no creemos que entre sus prioridades esté apoyar a Guanajuato. Todo el presupuesto federal irá a subsidios, dádivas y compra de votos. ¿Qué podemos hacer?
Durante tres décadas perdimos el tiempo. Los gobernantes del PAN desperdiciaron la oportunidad de cumplir con el pueblo que los llevó al poder. Es increíble que Vicente Fox no haya invertido en su tierra para resolver el futuro. El País tuvo recursos suficientes en su sexenio y hoy lamentamos su indiferencia. Debe tener cargo de conciencia por no haber apoyado al pueblo que lo llevó a la Presidencia. Pero regresemos al presente.
Guanajuato puede gestionar bien sus recursos hidráulicos porque en el estado tenemos agua suficiente si la administramos, si la distribuímos bien entre el campo, la industria y el uso urbano. Pero necesitamos actuar de inmediato. No hay tiempo que perder. Faltan sólo dos años para que termine el sexenio. Sería un enorme fracaso esperar.