El freno de la economía llegó en mayo, sobre todo en los servicios que son el 60% de la producción nacional. El Inegi publica que en mayo retrocedió en 0.2% a tasa mensual según su indicador global. El próximo 11 de agosto el Banco de México tendrá que decidir cuánto subirá su tasa de referencia. Con la inflación arriba del 8%, los expertos aseguran que aumentará hasta 8.5%, lo que será otro frenón al crecimiento.
El banco central tiene muchas tareas pero la principal es mantener el valor de la moneda, es decir, evitar la inflación. El problema de hoy es que la inflación no obedece a la locura de imprimir dinero sin ton ni son como sucedió con Echeverría y López Portillo. La inflación es global. La presión en los precios viene de fuera en muchos bienes de consumo y productos primarios. Maíz, frijol, trigo y soya aumentaron en los mercados globales. Poco puede hacer el Banco de México para detener su alza. Lo mismo pasa con el petróleo y el gas.
El precio que mejor puede controlar elevando tasas una y otra vez es el del dólar. Con el diferencial que hay entre el 3% de la tasa de referencia en EU contra el 7.75% actual en México, para muchos inversionistas resulta atractivo comprar pesos. El problema es que, al subir el precio del dinero, todas las tasas variables encarecen los pagos. Hipotecas, créditos al consumo, tarjetas de crédito y préstamos de autos o de bienes de consumo duradero costarán mucho más que hace unos meses.
A quien también le cuesta es a los gobiernos en su popularidad. Una recesión inducida para enfriar una economía de por sí fría, provoca malestar en los ciudadanos. Para los economistas es una medicina indispensable a corto plazo para salvar la estabilidad a mediano y largo plazo.
En nada estamos de acuerdo con las políticas de la 4T, salvo en la petición al Banco de México que no se pase de la raya porque en un apretón mayor -si lleva las tasas de referencia por encima del 10%- terminaremos sin crecer una décima en el sexenio. Algo que nunca ha sucedido en la historia del País desde la Gran Depresión de los 30.
En EU apenas subieron dos puntos los intereses y se desinfló la compra de casas, uno de los motores de la recuperación. La venta de autos no disminuye mes a mes porque las agencias no tienen inventario, pero puede suceder que la producción se normalice y cuando lleguen los vehículos ya no haya muchos clientes. Eso sería una señal de recesión que de inmediato pegaría a nuestras exportaciones.
Otro susto, otra amenaza llegará el 16 de septiembre, cuando el presidente López Obrador quiera envolverse en la bandera nacional para decretar algo en contra de EU y “en favor de la soberanía nacional”. Quienes vivimos la nacionalización de la banca nos hace temblar el recuerdo de las súbitas medidas patrioteras. En el rollo mañanero comienzan a surgir acusaciones en contra de nuestro vecino como el decir que patrocina a quienes no quieren el Tren Maya.
Para un conflicto con nuestro principal cliente y proveedor no hay defensa como en la base por bolas. Perderíamos por default, ni siquiera llegaríamos al juego. Ni comeremos retórica porque ellos nos venden los granos, ni produciremos electricidad porque ellos nos venden el gas, ni caminarán nuestros autos porque ellos nos venden la mayor parte de la gasolina. ¿Cuál soberanía?
Joe Biden habla suavecito pero, se que carga un gran garrote, nadie lo duda. Ya lo veremos.