La nueva sección de la mañanera llamada “Quién es quién en los sueldos”, la inaugura el abogado leonés graduado en Harvard, Ricardo Sheffield. En esa picota, también llamada el programa del odio, el Gobierno “exhibe” a los funcionarios mejor pagados de la Administración federal. Los compara con el ingreso del presidente en un extraño afán para poner letra escarlata a la gente más calificada. Magistrados, jueces, responsables de organismos autónomos y hasta la Gobernadora del Banco de México, son exhibidos como ventajosos inmerecedores de un ingreso que “ni el Presidente gana”. 

Según la empresa especializada en salarios PayScale, el ingreso medio de los graduados de Harvard en el punto medio de sus carreras es de 201 mil dólares al año. Unos 342 mil pesos mensuales. La revista Forbes calcula que el ingreso de un abogado recién graduado en Harvard es de 143 mil dólares al año. Como abogados independientes, litigantes, asesores corporativos o expertos en divorcios, sus ingresos rebasan fácilmente el millón de dólares al año. 

Lo comprende Sheffield porque estudió en Harvard, ese lugar donde los mexicanos van a “aprender a robar”, según palabras de López Obrador. La mañanera tiene a un “harvardiano” que parece asombrarse por los mejores sueldos del Gobierno mexicano. Los que no se ajustan al ideal de la presunta austeridad republicana que predica la 4T. 

Sheffield sabe lo que debe ganar un buen magistrado porque en sus manos hay juicios mercantiles que pueden significar miles de millones de pesos, condenas injustas que destruyen vidas a parientes políticos, víctimas de la ira de algún fiscal (ejem). Para evitar tentaciones de corrupción a esos niveles, lo mejor es que los juzgadores tengan el mayor ingreso posible y una larga carrera profesional, con la seguridad de buenas prestaciones y una jubilación justa. 

El abogado leonés, ex alcalde y ex legislador, tiene la experiencia suficiente y el buen criterio para comprender que una mala decisión en el Banco de México puede costar el equilibrio macroeconómico del País. En salud pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte de cientos de miles (remember COVID); en educación, el futuro de generaciones y en Hacienda, la solvencia del gobierno. 

Basta ver lo que pasa en Segalmex, la paraestatal creada para regular abasto y precio de los alimentos básicos. La corrupción y mala administración de funcionarios incompetentes suman pérdidas por 8 mil millones de pesos. La refinería de Dos Bocas subió su presupuesto de 8 mil millones de dólares a 12 mil y es probable que termine en más que eso. El Tren Maya va al doble y el Aeropuerto de Santa Lucía cuesta una fortuna mensual porque no encontró mercado de viajeros. Apenas sirve al uno por ciento de los pasajeros que el Benito Juárez. 

Sheffield debe seguir orgulloso de haber estudiado en Harvard -un privilegio que pocos mexicanos alcanzan-, de tener una visión cosmopolita del mundo y también de crear empresas. Lo duro para él es salir en la tele, en la mañanera mostrando a sus colegas funcionarios como inmerecedores de sus ingresos. En otra época al abogado le gustaba llevar alegría y entretenimiento a través de la televisión a niños y adultos. Hoy lastima la inteligencia de sus ex televidentes que exponga su prestigio y larga carrera para instigar odio contra quienes lucharon para prepararse, como él, en las mejores universidades.

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