En Cuba, como en todos los países que han intentado la planeación económica central, los precios tienen aberraciones increíbles. En una cafetería del gobierno en la ciudad de Matanzas se puede encontrar un vaso de agua fresca por el equivalente de un peso mexicano. Justo a un lado una cerveza en el restaurante de un hotel vale 40.

El principal producto de exportación de la isla es el tabaco convertido en finos puros, los mejores del mundo. Los precios son impagables para la mayoría de los mortales. Los Cohiba son los más finos. En la tienda del hotel un Cohiba “Robusto” se vende en 80 dólares, un “Espléndido” en 90. Es sorprendente que haya un mercado para esos habanos que son como el licor o la bebida más fina. Un país comunista que apuntala su economía vendiendo lo mejor a los capitalistas más ricos del mundo.

Un ciudadano pícaro dice tener amigos en la fábrica de Cohiba que sustraen el producto y lo venden por 50 dólares una caja de 25 puros. Muestra la caja con separadores de madera balsa y un fino papel de arroz. Como todo es mercado negro en la isla, podemos creer que nos dice la verdad pero en el fondo sabemos que hay truco. Una señora de modales distinguidos en la tienda oficial lo aclara: comprar puros en la calle es como conseguir bolsas de Louis Vuitton en un mercado público en Italia. 

Lo que no es falso, porque soy consumidor consuetudinario, es el precio de los libros que vende el Fondo de Cultura Económica en su nueva librería de La Habana. Hace pocas semanas, la editorial patrocinada por el gobierno mexicano presumió la apertura de un nuevo local en la isla. Un poco por curiosidad intelectual y por el puro gusto de ver títulos y editoriales nos acercamos al lugar. Tres o cuatro mostradores a nivel de rodilla exhiben unos 2 mil títulos del Fondo y de otras editoriales. Los temas eran variados: historia, literatura mexicana y ensayos antiguos. 

Nada que fuera sensible o perturbador para la ideología comunista de Cuba. Cuando vi los precios, las matemáticas no daban. Un libro de Octavio Paz, “El Arco y la Lira” en 100 pesos cubanos, otros en 40 y una biografía gorda de Joseph Conrad en 120. Una chica muy amable me dijo que detrás de la etiqueta del precio en Cuba, estaba el costo del libro en México. No habían tenido tiempo de quitar y poner precios. 

De bulto pensé que estaban baratos y compré 10 libros. Al llegar a la caja (por decirlo así),  un empleado comenzó a escribir el nombre de cada libro con su precio. No había caja registradora. La cuenta fue de 600 pesos cubanos, al tipo de cambio libre eran cien pesos mexicanos, a 10 pesos por libro. No he comparado el costo de cada título con el que tienen  en la librería local del Fondo, pero a ojo de buen cubero, podría ser 10 o 15 veces más el precio en México. 

Con el costo de un habano fino se podrían comprar 180 libros en la librería del Fondo en Cuba. ¿Por qué Paco Ignacio Taibo se ufana de abrir tiendas en el extranjero para casi regalar libros mexicanos?¿De qué sirve sino de reafirmación ideológica?

Este ejemplo no tiene mayor importancia para las finanzas mexicanas, sin embargo puede ser el hilo conductor de lo que el país entrega en subsidios (petróleo y alimentos) a la isla a cambio de homenajes y medallas cubanas para nuestros funcionarios.

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