Desesperados, los habitantes de una población llamada Nuevitas en Camagüey, Cuba, manifiestan su descontento por apagones de hasta 12 horas. Usan sus teléfonos celulares y lámparas para iluminar el camino; gritan “Patria y Libertad”, cantan “Patria y Libertad”, el himno que tanto ofende a la dictadura. 

Sin futuro, desesperanzados y hambrientos, los cubanos de algunas provincias olvidadas reciben en respuesta a su reclamo la represión de la policía. La llamada “Revolución” se sostiene de un magro mercado negro, remesas extranjeras, algo de turismo y la venta de tabaco. La semana pasada estuvimos en Cuba para atestiguar lo que seguramente serán los últimos tiempos de un fracaso de más de seis décadas. 

Mientras eso sucede en la isla, un empresario vietnamita planea una inversión de 4 mil millones de dólares en el estado norteamericano de Carolina del Norte. ¡¿Un qué..?! Sí, el hombre más próspero de Vietnam construirá a partir de septiembre la primera armadora de autos eléctricos llamada VinFast, según un reporte de Bloomberg. 

La historia es fantástica. Pham Nhat Vuong nació en 1968, un año amargo para su país por la guerra con EU. Después de estudiar minería en Hanoi, fue a Rusia en 1992 para perfeccionar sus estudios donde se distinguió por su capacidad matemática. De ahí se fue a Ucrania donde fundó un restaurante con apoyo económico de sus familiares y amigos. Creció el negocio en la fabricación de sopa de noodles instantánea, empresa que vendió a Nestlé por 150 millones de dólares. Regresó a Vietnam donde arrancó negocios inmobiliarios, hospitales, universidades y en una inspiración de emprendimiento, una fábrica de autos.

Vuong contrató a diseñadores italianos y obtuvo la licencia de BMW para fabricar sus motores. En sólo 2 años levantó la fábrica. Luego vio el futuro y decidió construir únicamente vehículos eléctricos. Sus aspiraciones son tan grandes que decide entrar al mercado norteamericano para competir, no sólo con Tesla sino con Ford, GM, VW y quienes aparezcan en el horizonte. 

VinFast venderá sus productos sin batería que rentará por “suscripción” según su sitio de internet. Entra con ventaja en precio y justo a tiempo de los subsidios que acaba de legislar el Senado norteamericano (just in time). Si las baterías aumentan su carga y autonomía, no habrá que cambiar el auto completo como en otras marcas. 

Mientras Vuong, un genio que capitaliza el aspiracionismo de todo su país, lanza una invasión de creatividad, talento y audacia a los EU, en México el gobierno pretende educar a las nuevas generaciones con la carga ideológica del fracaso. Edita el pensamiento agotado del anticolonialismo, antimercantilismo, y en el fondo, un nacionalismo rancio lleno de resentimientos y complejos. Al grado que no aplicará evaluaciones a los alumnos y menos a los maestros. Podemos imaginar la calidad académica de las nuevas generaciones que hoy no pueden hacer, en secundaria, operaciones matemáticas de quinto de primaria. 

Lo que aporta un emprendedor como Vuong a su país vale cientos de miles de empleos, desarrollo tecnológico y una cultura donde todo vietnamita que viaja en moto quiere tener su propio auto eléctrico. 

Si Vietnam siguiera chillando por lo que le hicieron Francia y Estados Unidos, si su orgullo nacionalista sólo se regodeara en el triunfo sobre las potencias imperiales, o  pidiera que se disculparan por los bombardeos genocidas en lugar de ver hacia adelante, tendríamos otra Cuba y no una nación que ve con esperanza y orgullo su desarrollo y crecimiento. (Con información de VinFast, Wikipedia y Bloomberg)

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