La idea de un país independiente surgió en la mente de Miguel Hidalgo mucho antes de emprender la lucha armada. La historia nos dice que el principio del Siglo XIX estuvo lleno de influencias como la revolución norteamericana y la francesa. La evolución del pensamiento había llegado a personajes ilustrados. Nuestros héroes gestaron la nación primero en la libertad de pensamiento.
Esa guerra que nació en nuestra tierra parece lejana y llena de leyendas; lo sorprendente es que no ha terminado y falta mucho para consumarla. Durante 2 siglos y 12 años hemos luchado por ampliar las libertades. Una tras otra, las transformaciones de México siempre buscaron la libertad. La Reforma liberó al Estado del poder político de la Iglesia, liberó al País de un sólo pensamiento dogmático y despachó a Maximiliano al otro mundo por su pretensión de gobernar por derechos de sangre.
La Revolución de 1910 liberó al País de la dictadura y la reelección. Las instituciones creadas por el PNR y el PRI, dieron paso al México de hoy. La alternancia política fue producto de un esfuerzo por liberarnos de lo que llamó Mario Vargas Llosa la “dictadura perfecta”.
Hoy volvemos a la lucha contra el regreso del dogmatismo, el presidencialismo y, ¡sorpresa!, el militarismo. Nuestra independencia nunca será completa sin la libertad democrática de la que gozan los países desarrollados. La soberanía verdadera nunca vendrá de nuestros recursos naturales o del patrioterismo gritón del 15 de septiembre.
La libertad la encontraremos en la educación, la igualdad de oportunidades y el crecimiento de la responsabilidad ciudadana. Sin estado de derecho, sin paz y el imperio de la ley, nuestro país jamás será soberano. Sabemos que hay un tercio del territorio nacional que no está en manos de las autoridades electas, que debe ser liberado del poder de los ejércitos de la oscuridad.
Hay otros ingredientes indispensables para lograr verdadera independencia: un crecimiento económico sostenido, el aumento en la productividad y la igualdad de oportunidades. La movilidad social debe buscarse como obsesión nacional. Sólo se logra con mejor educación pública gratuita, desde primaria hasta profesional.
La lucha será perpetua pero los avances podrían verse pronto con un mejor ejercicio de la democracia, donde haya unión dentro de la diversidad. El encono y resentimiento; las cuentas por cobrar del pasado y el pensamiento unidimensional y dogmático son el verdadero conservadurismo.
Tendremos que velar para que la lucha siempre sea en paz. Cuando más dudemos de nuestro destino, recordemos lo que sufrieron y sacrificaron nuestros héroes. El idealismo de Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero, Carranza y muchos más, forjaron nuestra patria.
No es necesario tener una transformación llamada cuarta o quinta. Requerimos avanzar en la evolución de nuestra vida política hacia el mejoramiento de nuestra democracia. Pequeños cambios constantes de mejora dan más frutos que rupturas y enfrentamientos. Además, ningún cambio trascendente puede olvidar a media población, ni menospreciar el valor de la iniciativa individual para emprender y superarse. Los mexicanos, para conquistar la libertad y consumar nuestra soberanía, necesitamos UNIDAD. Divididos jamás lograremos lo que podemos hacer juntos. ¡Vivamos todos! quiere decir ¡Viva México!