Hay mexicanos de excepción que brillaron en la política nacional y luego trascendieron por méritos propios en organizaciones mundiales. José Ángel Gurría fue Secretario General de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) durante 15 años, del 2006 al 2021. Libre del compromiso diplomático, dio cátedra sobre los problemas y soluciones para el país.
Con una lucidez y claridad extraordinarias, Gurría expuso su visión del país en un discurso de 33 minutos ante invitados de la revista “Líderes” la semana pasada. La grabación del evento llegó por las redes y quienes la escucharon descubrieron a uno de los políticos más competentes.
Habló de la necesidad de la unidad nacional para fortalecer al país, de la urgencia de un diálogo serio y respetuoso entre sociedad y gobierno. Su voz fue de alarma, de urgencia para recuperar el tiempo perdido. La complejidad mundial de la pandemia, la guerra y la inflación pueden desencadenar problemas que se conviertan en crisis.
Explicó la gravedad de que el país sólo haya crecido el 2% anual en promedio durante 20 años y que este sexenio será de cero crecimiento. Afirmó que “para recuperarnos necesitamos crecer al 5% durante 50 años”.
En media hora recorrió el problema del populismo, la construcción democrática, las finanzas públicas de un “gobierno chiquito” que apenas recauda el 18% del PIB y luego mal administra los recursos dedicándolos a la CFE, Pemex y obras que los mexicanos no consideramos prioritarias.
Con vehemencia pidió a los representantes de la sociedad civil que opinaran y participaran con o sin la invitación del gobierno para hacerlo; que influyeran en la opinión pública, que no guardaran silencio ante los problemas nacionales. En un diálogo de sordos los resultados son desalentadores.
Parecía que daba de memoria un recetario exacto de las políticas públicas necesarias para salir adelante: elevar la recaudación, fortalecer al INE, atender el estado de derecho, atender el estado de derecho y atender el estado de derecho, repitió tres veces.
“Ninguna etnia es más corrupta que otra”, para combatir la corrupción se necesitan sistemas, transparencia y licitaciones públicas en las compras y contratos del gobierno. Mencionó la necesidad de elevar la productividad (tenemos apenas una cuarta parte de la norteamericana y un tercio de la de otros países) y la competitividad.
Repasó las condiciones lamentables del mercado laboral en México donde el 60% es informal. ¿Así cómo podemos capacitar en el mundo digital a los trabajadores? En su recuento de los problemas nacionales que expuso recalcó la necesidad de un buen gobierno como eje central.
Mencionó que “se ha abdicado del deber de proteger” a la población del crimen organizado, uno de los deberes más importantes del Estado. Dio un ejemplo de una política pública decidida unilateralmente: “¿Quién decidió gastar 400 mil millones de pesos en subsidios a combustibles fósiles cuando ese dinero pudo invertirse en necesidades más importantes?
Advirtió de lo grave que sería perder el grado de inversión para miles de empresas y empleos, para el gobierno. Luego enfatizó que era un gran error meter el tema de la “soberanía nacional” en el T-MEC y describió todas sus bondades. “El país pequeño es siempre el más beneficiado”.
La charla fue un compendio de razonamientos claros y una exposición de la gran oportunidad que tiene el país con el “nearshoring”. “Pareciera que fue inventado para México”.
Después de escuchar a Gurría, quien fuera el Secretario de Hacienda con el último gran presidente, Ernesto Zedillo, descubrimos que hay mexicanos que podrían transformar al país por su capacidad y competencia. Por algo las 35 naciones de la OCDE lo tuvieron como su Secretario General durante 15 años. La conferencia está en YouTube. Es imperdible.