El día 30 envíamos la orden de compra del libro “El Rey del Cash” de Elena Chávez, la ex pareja de César Yáñez, adjunto de Andrés Manuel López Obrador en todos los tiempos. Desde ese día apareció en Amazon como número uno en ventas (o en preventas).
La tienda en línea prometió entregarlo el 18 de octubre. Luego llegó un correo anticipando la entrega para el día 13 o 14.
Todo se convirtió en confusión cuando algunos ejemplares fueron anticipados a columnistas nacionales. Denise Dresser de Reforma, Raymundo Riva Palacio de El Financiero y Carmen Aristegui con una entrevista presencial a la autora, adelantaron su reseña y partes del contenido. Las revelaciones muestran lo que siempre tuvimos por cierto pero no de forma tan directa: partidos y candidatos de todos los colores usan dinero en efectivo para construir sus campañas. Lo hacen desde antes del inicio legal, durante la campaña y después de la elección. Sus “cochinitos” son los fondos públicos y entregas de empresarios interesados.
El efectivo fluye como por arte de magia. Para administrar millones o cientos de millones de pesos en “cash” tienen administradores capaces y confiables que a veces parten y se llevan una buena parte. Hace pocos años la vigilancia del INE sobre los gastos de campaña no era como hoy. Del extremo del dejar hacer, dejar pasar de hace una década, se llegó al extremo de cuidar hasta las entrevistas y las presentaciones de los aspirantes en los medios.
La alternancia no se hubiera dado en el año 2000 sin la participación económica de cientos de empresarios “Amigos de Fox”. Para sacar al PRI de Los Pinos se necesitaba mucho dinero en campaña. Uno de los apoyos fuertes lo tuvo Vicente de José Luis González (RIP), un compañero de Fox en la Coca Cola que veía con futuro al entonces candidato. También ayudó Lino Korrodi.
Felipe Calderón consiguió ríos de dinero en efectivo aportado por empresarios espantados de que pudiera perder. AMLO fue derrotado por un contrincante que fue impulsado por el “cash” de múltiples empresas y empresarios. Unos en dinero y otros en especie con promocionales, equipo y personal. El dinero del D.F. no fue suficiente para ganarle al PAN.
La campaña de Enrique Peña Nieto fue soportada por el flujo del Estado de México y los gobernadores priístas de la época. La telenovela política funcionó con el apoyo descarado de Televisa desde el principio. Los medios electrónicos volcaron su apoyo al mexiquense quien renovó las peores prácticas de corrupción del PRI.
La tercera fue la vencida. El nuevo partido Morena tenía la experiencia del PRI y el PRD combinados para comprender que necesitaban apoyos y dinero, aunque el mejor regalo provino del propio Peña Nieto, quien al ver la derrota inminente, pactó algo con Morena.
Durante la campaña electoral del 2018, José Antonio Meade, candidato del PRI, cuestionó el pasado fiscal inexistente de López Obrador. Al electorado no le importaba el asunto porque creía en la promesa del combate a la corrupción.
Como las cosas no han cambiado, las revelaciones de Elena Chávez del entorno del Presidente son muy creíbles. El Metro era la caja chica de Ebrard para la campaña del PRD; Mario Delgado, el financiero. La burocracia “se cooperaba” como lo vimos con Delfina Gómez en Texcoco y como fue evidente en muchas otras entidades gobernadas por el PRD. Para la incipiente oposición llamada “Unid@s” hay una oportunidad en todo esto. (Continuará)