Hay aburrimiento y desencanto en muchos opositores fatalistas que consideran perdida la elección del 2024. La narrativa de la popularidad del Presidente y la fuerza de la mayoría de los gobernadores de Morena tienden a desanimar a muchos, como en las mejores épocas del PRI.
“A la aplanadora nadie le puede arrebatar el triunfo; el PRI siempre gana por las buenas o por las malas; la oposición no cuenta con líderes ni candidatos”. Cuántas veces escuchamos esto en el pasado dedocrático del país. Hasta que un día el ánimo de un puñado de panistas lograron que la gente dijera: “Sí se puede”. Pancho Barrio en Chihuahua, Manuel J. Clouthier en Sinaloa, Ernesto Ruffo en Baja California, Vicente Fox y Carlos Medina en Guanajuato.
El cambio a la alternancia se fincó en un organismo electoral autónomo y ciudadano. El último gran atraco lo ejecutó Manuel Bartlett para que Carlos Salinas de Gortari pudiera sentarse en la silla presidencial.
Por eso cuando Morena llevó a López Obrador a la presidencia, nunca imaginamos que él y sus seguidores podrían ir en contra del INE para adueñarse del proceso electoral, como en los tiempos de Bartlett cuando fue secretario de Gobernación. El problema en esta última andanada en contra de las instituciones es que el intento puede costar más caro a Morena que el presunto beneficio de “quitarle a los conservadores el INE”.
Hay cuentos que la gente puede creer sobre cualquier tema pero la inmensa mayoría de los ciudadanos y en particular los electores, jamás se comerán la novela de que el INE es un organismo corrupto. La razón es simple: el INE somos todos. Nadie ha visto fraudes electorales en los últimos años. El 99% de las elecciones se realizaron con limpieza, profesionalismo y honestidad, a la vista de todos.
Los días que vienen irá subiendo el tono de la discusión y la participación ciudadana en defensa del INE. Quienes aún tienen dudas de la perversidad de regresar al árbitro al gobernante, se enterarán por todos los medios y la inmensa mayoría de los líderes de opinión, que ese sí es un atraco.
El Presidente y su partido le pusieron la mesa a la oposición para que capitalice el desfiguro. Por ejemplo: ¿qué pueden decir Malú Micher, Alma Alcaraz, Antares Vázquez o Ricardo Sheffield del tema, si ellos fueron testigos de la impecable actuación del IFE, el INE y los órganos estatales?,¿con qué autoridad moral pueden criticarlo?
El país está dividido en tres partes según podemos apreciar. Un tercio es el de quienes votaron por López Obrador y tienen fe absoluta en el líder. Otro tercio son quienes odian a la 4T porque son de oposición o por el desencanto de un gobierno excluyente que no cumplió con las promesas de campaña como no militarizar, por ejemplo. El tercer tercio, disculpen la redundancia, es de aquellos que pueden cambiar su intención de voto si se sienten olvidados o no invitados a los beneficios del reparto asistencial del gobierno.
Los ciudadanos no somos tan tontos como para creer que en el INE se fraguan fraudes o sus consejeros atienden a confabulaciones de conservadores y adversarios del sexenio. La lucha por el INE unirá a todos los partidos de oposición, a todos los líderes políticos y sociales en su defensa. Quienes pasamos buena parte del día leyendo comentarios, escuchando noticias y viendo infinidad de opiniones vertidas en las redes sociales, sabemos que hay una marea, un tsunami que viene en apoyo de nuestro INE, el de todos. Eso debe hacer meditar a quienes desean destruirlo.