En la planeación de la ciudad de León algo no funcionó. Crecemos sin cesar en población pero el CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social),  reporta que somos la metrópoli con más pobres en el país. Más que en Ecatepec, Iztapalapa o Neza, municipios aledaños a la CDMX que siempre obtienen malos resultados.

¿Qué nos pasó?

Podemos ver a nuestro alrededor y descubrir que otras ciudades prosperaron sin cinturones de asentamientos irregulares, sin pobreza extrema y con mercados laborales sólidos. Querétaro, San Luis Potosí y Aguascalientes muestran mejores números que la ciudad más grande de Guanajuato. El primer argumento es que son capital de estado, y por tanto, reciben mayor atención de sus gobiernos. Puede ser. 

Otra pista es la estructura productiva. Mientras Querétaro y su zona conurbada cuentan con 45 parques industriales con empresas diversificadas, en León apenas tenemos un puñado de espacios -algunos agotados- para el desarrollo industrial. Un funcionario público decía que el Puerto Interior, aunque está en Silao, puede considerarse de León. La verdad es que está en Silao, es de Silao y tributa en esa ciudad. El problema es que los leoneses tienen que buscar trabajo  a 30 kilómetros de su casa. 

En el pasado reciente había la idea de que los empresarios del calzado no querían desarrollo industrial diversificado porque dañaría la fuente laboral para sus fábricas. En los hechos parece cierto. Quienes han diseñado el crecimiento (o estancamiento) de la ciudad desde el IMPLAN (Instituto Municipal de Planeación), han sido empresarios sin conocimientos profundos de urbanismo. 

El resultado es que en Querétaro, los salarios promedio son un tercio más altos. La demanda de profesionistas y obreros especializados crea competencia en el mercado. Aquí hemos cometido errores de diseño urbano lamentables. Quienes trabajan en la ciudad industrial al sur de la ciudad, tienen prohibido por el Ayuntamiento, vivir cerca de su empresa. Como un gran tamal que se extiende de oriente a poniente, León tiene uno de los traslados más largos en provincia. Hasta cuatro horas al día se pierden en el camino al trabajo. 

La mala planeación generó asentamientos irregulares donde reside la mayor pobreza de la ciudad. Con una miopía descabellada, algunos funcionarios y legisladores de Acción Nacional prohibieron dar agua  a quien no tenía regularizado su lote, en propiedad o renta. Por fortuna la actual legislatura cambió esa ley y ahora podrán entregar agua entubada a unos 150 mil habitantes. 

Otra fuente de pobreza es la especulación del suelo urbano. En la ciudad no ha existido mejor negocio que sentarse en un solar y cosechar plusvalía sin hacer nada, ni siquiera pagar un impuesto predial decente que cubra los servicios públicos. En dos décadas algunos lotes multiplicaron su valor por 50, 70 y hasta 100 veces. 

Hay una iniciativa loable de parte de algunos empresarios de eliminar la pobreza poniendo un límite inferior a los salarios. Un mínimo mayor al mínimo. Los mercados, desafortunadamente, no funcionan con buenas voluntades ni con solidaridad. Parte del problema en nuestra ciudad son los salarios mínimos formales con una paga informal en efectivo. Parafraseando el último éxito editorial “El rey del cash”, en León la industria y el comercio son reyes del cash. (Continuará)

 

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