Un país sin ahorro es vulnerable al igual que una familia o un individuo. Después de la pandemia, los gobiernos extendieron la chequera para enfrentar el encierro y el desempleo. El COVID trajo recesión en todo el mundo y con ello una baja en las tasas de interés. En Europa los bancos cobraban por los depósitos. Una tasa negativa es el peor desaliento para el ahorro.
Cuando regresó el crecimiento y el mundo volvió a consumir con los cheques que enviaban sus gobiernos, los precios comenzaron a subir. Las cadenas de producción y de distribución estaban rotas, los chips escaseaban al igual que muchos insumos industriales. Quienes tenían ahorros vieron que su valor disminuyó sin remedio.
Un ejemplo sencillo son las reservas del Banco de México en bonos del Tesoro norteameriacano. Los casi 200 mil millones de dólares han perdido más de un 12% de su valor por la inflación. Ese guardado intocable de Banxico sirve para dar estabilidad a nuestra moneda. Es el precio que debemos pagar.
Jonathan Heath es uno de los subgobernadores del Banco de México con más experiencia y credibilidad como economista. Además no tiene empacho en declarar en público lo que piensa sobre la política monetaria. Declaró que nuestro banco central no puede “desacoplarse” de lo que haga la Reserva Federal de Estados Unidos. Lo duro es que lo hace multiplicado por tres. A pesar de que la inflación en México es prácticamente igual que la de nuestro vecino, nuestra tasa de referencia es del 10% y la de la Fed el 3.69% en los bonos de 10 años.
Traducido al castellano, quiere decir que las tasas de interés seguirán subiendo en México, un golpe que incidirá en la inversión local y el crecimiento. Pero esto tiene dos caras, como las monedas. Después de muchos meses las tasas de los CETES son superiores a la inflación. Algunos instrumentos a largo plazo arrojan tasas positivas, algo que será bueno para los ahorradores que habían sido castigados con minusvalías.
Los países que han crecido a tasas superiores al 5% lo pudieron lograr gracias a la fortaleza de su ahorro interno. China llegó a ahorrar la mitad del ingreso de sus ciudadanos. Sólo así se explica cómo pudieron convertirse en la segunda economía del mundo y, a pesar del COVID, van a rebasar a Estados Unidos antes de que termine la década.
Otra buena noticia para quien ahorra en pesos y no en dólares es que el valor de nuestra moneda (19.34 x dólar en el interbancario) es una de las más sólidas gracias a la política del Banxico. Si el peso permanece estable atrae capitales que en otros países no tienen rendimiento. Parte del júbilo de nuestros turistas en Catar es que sus pesos compran más que antes en el extranjero.
Acoplar la política económica querrá decir que la tasa de referencia del Banxico llegará al 11.5%. Un buen apretón para contener la carestía. Si tenemos confianza en su autonomía, a final de sexenio -creo que podemos hacerlo-, valdrá la pena que los ahorradores amarren plazos mayores porque antes de que termine el 2023 comenzará el descenso de tasas aparejado a la baja de la inflación y una posible recesión suave. Con suerte la transición de poderes en 2024 encontrará una macroeconomía estable, con crecimiento moderado y la esperanza de que el país logre una política de reconciliación nacional. Eso ayudaría a despejar los nubarrones del enfrentamiento estéril de los últimos años.