Hace diez años, tan sólo una década, en León había una lucha por detener el aluvión de calzado chino importado y de contrabando. El daño causado a la industria no era menor. José Abugaber, actual presidente de la Concamin nacional, encabezó marchas y protestas. Los aranceles para China (del 10% al 30%) permanecieron pero otros países como Vietnam aprovecharon para fabricar calzado barato y de calidad.
Una idea torcida de nuestras autoridades fue tratar de hacer creer a los consumidores que el zapato chino era malo. Recuerdo un espectacular que decía: “Chin chin, se rompió”, con la imagen de un producto chino roto. En los años 50 los japoneses producían mucho y los norteamericanos tenían la idea de que sus productos eran de mala calidad. Un Toyota Toyopet de los inicios de los sesenta era un auto barato que no tenía la calidad de los tres grandes: Ford, Chevrolet y Chrysler, menos de los modelos alemanes Mercedes Benz o de los increíbles Volkswagen ‘vochos’.
Con la mejora continua, los programas de calidad y el perfeccionismo japonés, al tiempo consiguieron fabricar justo a tiempo, con menos defectos, los autos que compitieron fuerte desde la crisis del petróleo en 1973. Para no perder mercado, los japoneses pusieron plantas armadoras de autos en Estados Unidos y en otros países. Detroit no tuvo mejor remedio que competir.
Si hace un par de décadas nos hubieran dicho que los vehículos chinos llegarían a México con precios competitivos y calidad aceptable, lo hubiéramos dudado. En toda Sudamérica los chinos ganan mercado a los japoneses que antes habían desplazado a los norteamericanos. Los mercados más abiertos como Chile, gozan de una oferta de marcas increíble. Los chinos tienen el 28.5% del mercado con 10 marcas (Chery, MG, Changan, Maxus, JAC, Great Wall, DFSK, JMC, Haval y Foton).
En poco tiempo llegará la invasión eléctrica. JAC, la empresa que ensambla coches en Hidalgo tiene agotados los pequeños modelos eléctricos que son los más baratos del mercado. Seguro que pronto vendrán más marcas para competir como en Chile.
El futuro de nuestra industria local siempre nos ha parecido incierto y la diversificación no avanza como en otras ciudades. Chin, chin, los chinos no hacían mal calzado ni malos aparatos eléctricos ni malos autos. Al tiempo competirán en todo, como lo hacen hoy en las redes sociales con su invento llamado TikTok, la red de videos que tiene temblando a Facebook y a Instagram o con Alibaba, una empresa que es el arma exportadora del gigante asiático.
Cambios radicales silenciosos. Noticias que crecerán.
Cuando Albert Einstein reveló hace un siglo al mundo su Teoría de la Relatividad, la opinión pública mundial tardó tiempo en darse cuenta de la trascendencia de su descubrimiento. El mundo de hoy no sería comprensible sin la física nuclear o la física cuántica. El lunes científicos del laboratorio Lawrence Livermore en California, generaron más electricidad de la que inyectaron con una fusión nuclear. La teoría dice que se puede generar energía como la de las estrellas en un laboratorio, que, si se logra escalar a nivel industrial, la humanidad tendría resuelto el problema de energía limpia sin contaminantes y prácticamente infinita.
Con el apetito global por energías limpias, tal vez no sean décadas las que tarden empresarios en construir plantas a base de la fusión nuclear, con eso y la inteligencia artificial que crece geométricamente, entramos de lleno al Siglo XXI.