Al momento de escribir estas líneas, el precio del dólar interbancario baja a 18.95 pesos y eso es una buena noticia (salvo para los exportadores). La fortaleza reciente de nuestra moneda puede tener varias causas. Hoy toca decir que también es uno de los logros de la administración de López Obrador.
Cuando lo comentamos con personas afines a la oposición, aluden a causas externas la paridad, como el cambio en la relación de China con Estados Unidos que favorece a México o la debilidad mundial del dólar. La versión oficial es que las finanzas públicas están sanas. Los técnicos comentan que el diferencial de tasas de interés entre EU y México atrae inversión de corto plazo. Ayudan las exportaciones y el aumento en las remesas.
El sexenio empezó el 1 de diciembre del 2018 con un dólar a 20.22 por peso. Con la llegada de la pandemia hubo pánico y el 26 de marzo del 2020 trepó a un máximo de 25.11 cuando los mercados se derriten frente a la incertidumbre del encierro por el COVID-19.
Recuerdo que un “asesor” sugería dolarizarse porque el tipo de cambio llegaría a 27 pesos. Muchos lo creyeron y cambiaron sus ahorros. Fue una mala decisión.
Durante la pandemia los países desarrollados soltaron la chequera para apoyar a familias y empresas. Inundaron los mercados de dinero mientras en México seguía la austeridad que causó tantos estragos. Luego vino la inflación en el mundo. Circulaban muchos dólares y euros, había liquidez y la producción estaba detenida; la transportación marítima multiplicó hasta por 5 veces su precio. La invasión a Ucrania completó el desequilibrio.
Quienes algún día pensaron que el modelo económico sexenal iba a generar una gran devaluación, se equivocaron. Hay un mérito inocultable en la Secretaría de Hacienda y en el manejo prudente del Banco de México. Incluso muchos compartimos la idea de que el incremento de tasas llegaba a la exageración.
Un simple cálculo. En México la tasa de interés de Cetes a un año (11%) y la inflación del (8%) dan tasa real del 3%. En Estados Unidos es negativa. Los certificados de depósito de los bancos pagan apenas el 3% y la tasa preferente (Prime rate) apenas supera el 4% mientras su inflación también ronda el 8%.
La gente pierde dinero todos los días cuando ahorra en dólares y euros. Gana cuando ahorra en pesos. El problema es que el precio del dinero en México frena la economía. No hay un “almuerzo gratis” (no free lunch) como dicen, el beneficio de unos es el costo de otros. Pierden quienes deben en tasa variable, pierden exportadores y ganan los ahorradores.
Con un dólar más barato la inflación tendrá que ceder al 5% o menos en 2023. En los últimos meses el peso ganó el 5 por ciento de valor. En Estados Unidos la inflación baja; las líneas de producción se reactivan, y si el Banco de México no sigue apretando, podríamos evitar una recesión.
Rogelio Ramírez de la O, el secretario de Hacienda, ha realizado un buen trabajo sin duda. La demanda de recursos de las obras “ocurrencia”, el desastre en Pemex y las pérdidas de la CFE sumadas al subsidio a las gasolinas genera presión al gasto público. Qué decir del aumento constante a las pensiones de adultos mayores y lo que viene de gasto social para ganar las elecciones.
Si no fuera por funcionarios expertos y conocedores como Ramírez de la O, los gobernadores del Banco de México y el canciller Marcelo Ebrard, la administración de López Obrador estaría perdida.
¿Qué fortalece al peso?
Cuando lo comentamos con personas afines a la oposición, aluden a causas externas la paridad, como el cambio en la relación de China con Estados Unidos que favorece a México o la debilidad mundial del dólar. La versión oficial es que las finanzas públicas están sanas.