Por: Catón

“Cuando esta víbora pica no hay remedio en la botica”. Esa ominosa sentencia estaba escrita en la hoja de los mortíferos puñales que usaban en sus riñas los jaques de barriada. La misma frase puede aplicarse a la política. Es uno de los oficios que nunca se pueden dejar, oficios cuyos nombres empiezan todos con la letra pe: político, payaso, profesor, poeta, periodista, predicador, y el otro de las cuatro letras. A algunos políticos, no pocos, el ansia de poder los obnubila; esto es decir que les pone nubes en los ojos y la mente, nieblas que les impiden ver la realidad. Tal es el caso, creo, de Ricardo Mejía Berdeja, quien pese a haber ocupado el último lugar en la encuesta que realizó Morena para escoger su candidato al gobierno de Coahuila siguió pataleando y anunció luego su determinación de postularse por otro u otros partidos. Aplaudo entonces, y con ambas manos para mayor efecto, la claridad con que el Presidente López descalificó al sub secretario de Seguridad al tiempo que reiteraba, en lo personal, su apoyo a Armando Guadiana Tijerina. Lo cierto es que Berdeja tiene en Coahuila pocos partidarios. Los que fueron con él por creer que lo favorecía el dedo de AMLO se quedaron colgados de la brocha, y seguramente se sumarán ahora a la candidatura oficial. Si Berdeja se lanza a la contienda favorecerá al PRI y a sus aliados, pues le quitará votos a Guadiana. Con eso hará traición no sólo a Morena, sino también al Presidente, quien le dio su confianza al hacerlo miembro de su gabinete y apoyó su aspiración hasta que los morenistas coahuilenses mostraron su preferencia por otro candidato. En grave error incurrirá el guerrerense si sigue ciego y sordo ante las evidencias. Los electores se preguntarán quiénes lo están promoviendo. Su presencia en la campaña degradará el proceso; le restará altura y calidad moral. Sus posibilidades de triunfo son prácticamente nulas. Berdeja se metió en un berenjenal. La linda Rosibel le comentó a su amiga Susifor: “Ni en Navidad ni el día de Reyes tuve que preocuparme por el regalo que le haría a mi novio. Siempre me pide lo mismo”. En un hotel de Miami oí que una afanadora de origen latino le decía por el celular  a su compañera: “Estoy vacunando la ruga”. Trabajo me costó entender que lo que le decía era que estaba pasando la aspiradora por la alfombra (vacuum, aspiradora; rug, alfombra). Recordé esa vez el caso del vendedor que encendió la aspiradora cuya demostración hacía a la señora de la casa. Al punto la mujer quedó desnuda por completo: la máquina se tragó toda su ropa. Le dijo, orgulloso, el tipo a la presunta clienta: “¿Es o no potente la aspiradora que le ofrezco?”. Mejor vendedor aún, más convincente, era el tipo con el que don Cucoldo halló a su esposa en el lecho conyugal. Llorosa le dijo la señora: “Y esto no es todo, viejo. También me vendió una enciclopedia” (Nota: la obra era en 25 tomos, a pagar en 120 cómodas mensualidades). Y otro excelente vendedor. En su primer día de trabajo en la sección de deportes de una tienda departamental le vendió a un hombre una caña de pescar, una caja de anzuelos, un juego completo de ropa y botas de pescador, un equipo portátil de cocina, una tienda de campaña con su sleeping bag y una lancha de motor. Lleno de admiración le dijo el encargado: “¡Qué buena venta hiciste! ¡El hombre te pidió sólo una caña de pescar, y le vendiste todo lo demás!”. Replicó el vendedor. “En realidad no venía a comprar una caña de pescar. Quería saber dónde está la farmacia, pues su esposa le había encargado un paquete de toallas sanitarias. Y yo le pregunté: ‘¿Qué va a hacer usted esos tres días?'”. FIN.

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MIRADOR

Por Armando FUENTES AGUIRRE.

Aquel hombre y su esposa eran incrédulos.

Ni siquiera creían el uno en el otro, lo cual era causa de continuos pleitos entre ellos. La incredulidad suele causar más conflictos que la credulidad.

Un día la mujer y el hombre fueron en busca de San Virila y le pidieron que hiciera algún milagro, pues no creían en los milagros. 

El frailecito hizo un movimiento con su mano y el hombre quedó convertido en ratón. Al verlo la mujer lanzó un grito de espanto y se subió a una silla al tiempo que se levantaba las faldas.

Con vocecita de ratón le suplicó el hombre a San Virila:

-¡Por favor vuélveme a mi ser natural! ¡Ya creo, ya creo! ¡No quiero seguir siendo ratón!

Le dijo el santo:

-Qué bueno que ya crees. Estaba a punto de convertir a tu mujer en gato.

¡Hasta mañana!…

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MANGANITAS 

Por AFA

“Sigue en su cargo la ministra Yasmín Esquivel”.

Su salida no se anuncia,

eso lo sabemos ya.

Me pregunto: ¿no podrá

plagiar alguna renuncia?

 

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