Cuando usted creía que los dinosaurios de la política priista estaban a punto de extinguirse, cuando creyó que el PRI estaba acabado, resulta que sólo cambió de piel. Con sus fauces insaciables de poder, el Prinosaurio Rex renació de los pantanos con los hábitos y costumbres de siempre.
La figura más importante de hace medio siglo, cuando no había más que PRI, es Manuel Bartlett, convertido en director de la CFE. Él quiere regresar, ir hacia las profundidades del pantano para quemar combustóleo. De un manotazo rebajó la edad de jubilación de los 96 mil empleados de la paraestatal, dejándola sin futuro, sin vida propia a no ser por las inyecciones de dinero que hace el gobierno con cargo a todos los ciudadanos.
Volvemos al tiempo de las paraestatales devoradoras de presupuesto. Una de ellas era la Conasupo (Compañía Nacional de Subsistencias Populares), entidad que compraba caro y vendía barato, fuente de enorme corrupción y riqueza para unos cuantos funcionarios que la administraban.
Madre de muchos dinosaurios, esa comisión regresó revestida con el nombre de Segalmex (Seguridad Alimentaria Mexicana). A la cabeza pusieron a otro brontosaurio llamado Ignacio Ovalle, quien de inmediato olió las tremendas transferencias del presupuesto para que sus subordinados depredaran a la institución con unos 12 mil millones de pesos. Ovalle incluso es anterior a Bartlett, porque, medio siglo atrás, fue secretario particular del presidente Luis Echeverría.
Tan sólo esos dos “dinos” dan muestras de un estilo de gobernar patrimonialista, sin rendición de cuentas y de tremenda corrupción moral e intelectual. Los amantes del tercer mundo regresaron como “emisarios del pasado”, frase favorita de Echeverría cuando se refería a sus críticos.
El problema para el regreso de los dinosaurios es el clima, muy distinto al tiempo templado del país de un sólo partido. Cuando esos dinos poblaban las llanuras y los montes de México, no había tormentas sin control ni otras especies que pudieran competir con ellos.
No había libertad de prensa, porque el papel lo controlaba el mismísimo Bartlett desde la secretaría de gobernación en tiempos de Miguel de la Madrid, de la que dependía PIPSA (Productora e Importadora de Papel), un monopolio estatal. A quien se salía de la raya le suspendían la cuota. La radio y la televisión eran concesiones que fácil podía cancelar el gobierno.
El clima adverso viene de las redes sociales, de la libre importación de papel, de una radio beligerante y una televisión más plural. La alternancia borró la hegemonía del PRI y permitió el triunfo de la oposición en 2000. Desde entonces sólo el PAN repitió en el poder durante dos sexenios.
Cuenta mucho que el país tenga un órgano electoral autónomo, imparcial e intachable. El INE es la institución más respetada, incluso por encima del Ejército y la Iglesia o que el propio presidente López Obrador.
Los dinosaurios regresaron pero no hay futuro para ellos. Vendrá una segunda extinción porque en los 90 millones de electores hay cada día más jóvenes que no aceptan el rollo cotidiano de la 4T. Nuestro país no puede ser la vasija de resentimientos, odio y agravios para la mayoría de la población. Trasplantar a una especie después de medio siglo requiere algo más que alquimia política, requiere resultados generalizados de mejora y bienestar, algo que no hay.