Alguien sabe cómo terminar la invasión de Ucrania, cómo establecer el diálogo para regresar la paz a Europa. Es un personaje que en mayo próximo cumplirá 100 años.
En la reunión del Foro Económico de Davos, los participantes tuvieron la oportunidad de escuchar -vía remota- a uno de los hombres que hicieron historia desde hace 60 años, alguien que supo terminar la guerra de Vietnam, abrir las puertas de China, derrocar a Salvador Allende y construir la arquitectura del orden mundial que vivimos.
Henry Kissinger, un judío alemán que huyó con su familia de la amenaza nazi antes de la Segunda Guerra, se convirtió en el emigrante norteamericano más influyente en política internacional. Controvertido, admirado y siempre sabio, plantea la forma en que puede y debe terminar el sacrificio inútil de una guerra casi fratricida.
El 27 de mayo Kissinger cumplirá un siglo, algo que pocas personas logran. Lo increíble es su mente, su claridad para ver y construir el futuro. En la teleconferencia consideró que Ucrania debería pertenecer al Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el conjunto de naciones europeas constituídas en un bloque militar de autodefensa. Con ello garantiza que Rusia no tenga la tentación de atacar de nuevo.
También recomendó no aislar a Rusia sino ayudar a ese pueblo a reintegrarse a la cultura europea. En una negociación entre dos naciones en conflicto debe haber una cesión mutua para llegar a la paz. Si Rusia sigue con su plan de anexar la totalidad de Ucrania y convertir a ese país en un estado más de la Federación Rusa, jamás llegará la paz. Sí Ucrania tiene como meta echar a los rusos de su territorio y recuperar Crimea, la guerra seguirá por meses o años con la destrucción de su infraestructura, de por sí dañada en casi 11 meses de enfrentamiento.
Europa y el mundo libre no pueden aspirar a la venganza por las atrocidades rusas. Bien dice Kissinger, Rusia tiene 15 mil armas nucleares, un peligro latente para la subsistencia de nuestra especie.
Sabemos lo difícil que debe de ser para el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski aceptar un armisticio después del salvajismo del ejército ruso, sus crímenes y los de sus mercenarios, pero el pragmatismo debe ayudar a evitar peores desenlaces. Hace unos meses Kissinger sugirió dejarle algunas zonas del este ucraniano a Rusia para entrar en negociaciones de paz. En Ucrania lo insultaron y pidieron que no se metiera en el pleito.
Al paso del tiempo podemos ver que, de escucharlo, se habrían salvado miles de vidas de ambos bandos. El ex secretario de Estado norteamericano superó los prejuicios ideológicos para lograr acuerdos, paz y la globalización que vivimos. Su estrategia de pragmatismo racional ayudó en el Siglo XX a tener la etapa más prolongada de paz. La historia lo reconocerá.
Kissinger estudió y comprendió la historia del gigante asiático y acomodó su política a la circunstancia de su tiempo. Eso fue justo hace 50 años, en 1973, cuando una simple competencia de Ping Pong sirvió de llave para que Richard Nixon visitara a China y a Mao.
Si bien la juventud empuja cambios, la experiencia de una mente centenaria aporta la sabiduría del diplomático más destacado que hayamos conocido. Los organizadores del Foro Económico de Davos tuvieron el tino de invitar al anciano para explicar cómo se puede abrir una puerta de esperanza en Ucrania y una solución que permita la existencia futura de la humanidad. No es poca cosa.