¿Cuánto vale la determinación del político para conseguir una candidatura a un cargo público o ganar una elección?
La determinación es fundamental y juega un buen porcentaje del resultado. Juan José Torres Landa era precandidato a la gubernatura del estado en 1960 cuando un reportero le preguntó si iba a ser candidato. Contestó tajante: “no voy a ser candidato, voy a ser gobernador”.
Era otra época y tenía la aprobación del presidente Adolfo López Mateos. Pero eso no quiere decir que no compitiera con otros aspirantes. Seguro no tenían la fuerza de carácter y la voluntad inquebrantable de gobernar Guanajuato como la tenía él.
Viene a cuento la historia porque ninguno de los aspirantes mencionados en la opinión pública y la del propio gobernador, se atreve a ser categórico.
Imaginemos que alguno de los 13 mencionados dijera lo mismo que Torres Landa. El temor al rechazo del partido y de los demás aspirantes, elevaría la temperatura política. Sin embargo, colocaría al audaz delante de todos.
Podríamos hacer una lista de quienes decidieron luchar y quienes tuvieron la fortuna pasiva de recibir la nominación. Carlos Medina llegó a la Presa de la Olla por instrucciones de Carlos Salinas de Gortari al PRI de Guanajuato. Vicente Fox decidió ser gobernador y, aunque perdió en su primer intento, en el segundo ganó con holgura a Ignacio Vázquez Torres. Sería el primer gobernador de oposición por determinación propia y en elección abierta. Ni siquiera tuvo que consultar a su partido Acción Nacional. Repetiría la receta para llegar a la presidencia y convertirse en el generador de la alternancia política, todo por su indeclinable voluntad de gobernar a México.
Juan Carlos Romero Hicks llegó porque al Yunque no le gustaba Eliseo Martínez Pérez. Juan Manuel Oliva sí tuvo la voluntad política de conquistar el poder y se valió de esa misma cofradía y de su control interno en el PAN para vencer a Luis Ernesto Ayala y a Javier Usabiaga. Miguel Márquez tuvo un camino semejante al de Oliva que se repitió en Diego Sinhue Rodríguez.
El peso de la palabra del gobernador será también determinante para la elección del 2024, pero nadie duda que puede haber movimientos alternos a la tradicional designación digital, es decir, de dedo.
En Morena hay un solo candidato visible y es Ricardo Sheffield. Su determinación se nota a leguas. Nadie le hará sombra porque está posicionado, desde las mañaneras, como el favorito de Palacio. Mientras las pugnas internas destrozan la poca cohesión de ese partido, Sheffield sabe que él va a ser candidato, aunque no afirme categóricamente que va a ser gobernador.
En lo nacional #EsCaludia ya aventó su resto en una precampaña constante y consistente pero desafortunada en los accidentes del Metro. Desde hace tiempo escuchamos a Marcelo Ebrard y a Ricardo Monreal decir que van a estar en la boleta, pero ninguno ha dicho tajantemente que será el próximo presidente de la República.
De la oposición solo vemos la constante marcha de Enrique de la Madrid y escuchamos su aspiración legítima de representar a la oposición. Quien asegura será presidenta es Lilly Téllez, cuando dice todo lo que hará para castigar a los representantes de la 4T, comenzando por el presidente. Santiago Creel, Beatriz Paredes y Mauricio Vila, por ejemplo, se muestran como aspirantes pero no dicen cómo ni cuándo van a iniciar su precampaña y menos afirman que se convertirán en presidenta o presidente.
Una simple pregunta para los suspirantes locales: ¿Quién se atreve a afirmar categóricamente que va a ser nuestro próximo gobernante? Lo veremos en el camino.