Por: Armando Fuentes
Doña Panoplia se hallaba bajo la ducha cuando se puso junto a ella la joven y linda mucama de la casa sin más cobertura que un gorrito de baño. “¿Qué haces, Famulina?” -le preguntó doña Panoplia al mismo tiempo sorprendida y enojada. “Perdóneme, señito -se turbó la muchacha-. Creí que el que se estaba bañando era el señor”. Un individuo se presentó ante un agente de espectáculos. Llevaba consigo un perro. El hombre se sentó al piano; el perro se alzó sobre sus patas traseras y cantó un lied de Schubert, un aria de Verdi y una canción napolitana con la perfección con que lo habrían hecho un Fischer-Dieskau, un Jussi Bjoerling o un Giuseppe Di Stefano. “No me interesa -dijo el agente, desdeñoso-. La billetiza ahora está en el rap”. El dueño del restorán le pidió al chef: “Piensa en un nombre elegante para las albóndigas. Podremos cobrarlas a 100 pesos más”… En el campeonato femenil de nado de pecho la competidora mexicana llegó en último lugar. Le preguntaron por qué. Respondió indignada: “Las otras usaron los brazos”. Si la manzana con que la serpiente tentó a Eva, y Eva a Adán, hubiera sido de Arteaga, la pérdida del paraíso se habría anticipado considerablemente. Arteaga es una región montañosa situada al sureste de mi natal Coahuila. Santiago Vidaurri quiso apoderarse de ella para anexarla a Nuevo León, pero los antepasados de mi esposa, apellidados De la Peña todos, la defendieron con las armas en la mano -en las dos-, por eso se ve en el mapa una parte del territorio coahuilense que entra en el nuevoleonés, abajo a la derecha. Eso es Arteaga, Cuando el padre de mi mujer y segundo padre mío, don Jesús de la Peña de la Peña, se tomaba unas copitas de mezcal serrano profería el grito de sus abuelos y sus bisabuelos. “¡Viva Cahuila!”. Pero vuelvo a la manzana. La que se da en Arteaga no tiene parigual, dicho sea con el mayor respeto a las demás manzanas. Aquí la Golden es más dorada, y la Red Delicious más roja y deliciosa. Otras variedades hay de riquísimo sabor; una con nombre de mujer, la Celia, que tiene “la carne de luz de los perones cristalinos”, como dijo López Velarde, y otra pequeñita y dulce, llamada “sanjuanera”, pues tan temprana es que por el 24 de junio, el mero día de San Juan, ya está madura. Los manzaneros de Arteaga han afrontado siempre dificultades de todo orden, unas derivadas de la naturaleza -la falta de días de frío, por ejemplo-, otras causadas por el hombre, como la baja del precio en el mercado. Esos avatares llevaron a uno a vender su huerta. Tiempo después se lo topó un amigo que le dijo: “Supe que vendiste tu huerta de manzanas. ¿Qué haces ahora?”. Respondió el otro: “Me dedico a la compraventa de talaches. Los compro en Monterrey a 80 pesos cada uno y los vendo en Saltillo a 40”. El amigo se asombró. “Estás perdiendo dinero”. “Sí -admitió el otro-. Pero no tanto como cuando era manzanero”. López Obrador anunció que va a crear una línea aérea de pasajeros. Seguramente va a perder dinero, aunque no tanto como con su aeropuerto, su refinería y su Tren Maya. Doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, fue al cine con su esposo. Delante de ellos una parejita de novios, validos de la penumbra de la sala, estaba entregada a una serie de salivosos besos y eróticas caricias que no puedo describir aquí por vedármelo la Ley de Moral Pública validada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Doña Tebaida les habló con acrimonia. “¿No podrían irse a otro lugar?”. “¡Por favor, señora! -le suplicó, vehemente, el novio-. ¡Ayúdeme a convencerla!”. FIN.