Por: Armando Fuentes

Cuauhtémoc Cárdenas le dio la espalda al Colectivo por México, y con eso le dio un espaldarazo a López Obrador. Ignoro los motivos que lo hayan inducido a hacer tal cosa, pero no puedo menos que pensar que en esta ocasión el hijo de Lázaro Cárdenas puso las consideraciones políticas por encima de las consideraciones patrióticas. Hace algunos años el ingeniero Cárdenas estuvo en mi ciudad, Saltillo, y me hizo el honor de ir a mi casa. Les pedí a mis hijos que estuvieran presentes, pues nos visitaría, les dije, un gran mexicano que siempre había luchado por las buenas causas de México. Quería yo que guardaran en su memoria el hecho de haberlo conocido. Ahora me ha desconcertado la conducta del ingeniero. Al mismo tiempo que AMLO se alegraba por el hecho de que Cárdenas hubiera “aclarado” su postura yo me entristecí al ver que se separaba de un movimiento defensor de la democracia, la ley y la justicia. Creo que en esta ocasión cometió un error grave que le ha acarreado ya señalamientos muy severos. De ser crítico de López pasó, en opinión de  muchos, a callar ante sus desafueros. Otra vez se le ha vuelto a calificar de tibio, de ambiguo, de falto de decisión en una hora crucial para el país. El dilema se presentaba claro: defender la democracia, las instituciones y la ley o dejar de ser parte de esa defensa y alejarse de quienes la promueven. Cuauhtémoc Cárdenas optó por la segunda opción y abandonó a ese grupo de ciudadanos del cual formó parte fundamental y cuyos principios ayudó a definir y a enunciar. Con su actitud dio la impresión de ponerse del lado de quien hoy por hoy preside un régimen autoritario, violatorio de todo aquello a lo cual el ingeniero ha dedicado su vida. Y esto sucede al cuarto para las 12, hora difícil para quien ha mantenido una trayectoria y que de pronto parece desviarse de ella. Lo anteriormente dicho, empero, no disminuye mi aprecio por el ingeniero Cárdenas, ni mi reconocimiento a las aportaciones que ha hecho al bien de la Nación. Pero con la mayor franqueza digo que su deslinde del movimiento que busca frenar las embestidas de AMLO contra la democracia y sus instituciones puso a prueba mi admiración por aquel personaje que quise que mis hijos conocieran porque luchaba por hacer de México una nación democrática. Aligeraré ahora con el relato de algunos cuentecillos la pesadumbre que he sentido por algo que no puedo explicarme y menos aún explicar. Aquel señor sufrió un accidente, y el cirujano plástico le hizo un trasplante de piel en la cara. Un amigo le preguntó al accidentado: “¿De dónde tomó el médico la piel para hacerte el trasplante?”. “No sé -respondió él-. Pero cada vez que me canso, la cara se me quiere sentar”. El marciano le informó a su jefe: “Uno de nuestros platos voladores se estrelló contra un meteorito y quedó destruido. Pérdida total”. Preguntó el jefe: “¿Cuál plato fue?”. Respondió el marciano: “El CZ-22”. “Menos mal -se tranquilizó el jefe-. No era de la vajilla fina”. Conocemos a Jactancio Elátez, sujeto presuntuoso, pagado de sí mismo. Un acreedor le reclamó: “No me pagaron su cheque en el banco, por falta de fondos”. Contestó, impertérrito, Jactancio: “Preséntalo en otro banco. No todos han de estar tan escasos de fondos”. Tres chicas recién casadas, amigas entre sí, quedaron al mismo tiempo embarazadas. Dijo la primera: “Pienso que mi bebé será hombrecito, pues cuando lo hicimos mi marido estaba arriba y yo abajo”. Comentó la segunda: “Yo creo que mi bebé será mujercita, pues cunado la hicimos mi marido estaba abajo y yo arriba”, La tercera se consternó: “¡Dios mío! ¡Entonces yo voy a tener un cachorrito!”. (No le entendí). FIN.

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