El apretón de tuercas del Banco de México fue una medicina amarga. Mientras los analistas pensaban que nuestro banco central imitaría a la Reserva Federal, los banqueros siguen el ejemplo de Margaret Thatcher, tal vez para bien.

Al elevar la tasa de referencia al 11 %, existe el gran riesgo de secar la demanda de bienes de consumo duradero, de frenar proyectos de inversión en pesos y de limitar el crecimiento del país. Si funciona, devolverá el poder de compra del peso, que es el mandato primero del banco.

La gobernadora y todos los subgobernadores, en unanimidad, votaron a favor de que el alza fuera de medio por ciento o 50 puntos base, como dicen los técnicos.

Algo negro deben de ver en la inflación. Son los conductores de un tren económico emproblemado. El tema es que no se les pase la mano. El freno puede descarrilar el convoy de empresas nacionales que no iban mal hasta noviembre pasado. Pero primero el poder de compra y la estabilidad de precios.

De inmediato baja el precio del dólar y se contraerá en unas semanas el consumo. Sólo así, con baja demanda cederá la carestía.

Lo interesante es que la ortodoxia de Banxico obedece al modelo “neoliberal” que tanto critica la administración.

La sugerencia de los observadores era que no subieran de un cuarto de punto para seguir acoplados a la política monetaria de Estados Unidos. Fue el doble. México tiene una de las tasas reales más grandes del mundo. Ni la fortaleza del peso o la “prudencia neoliberal” servirán de mucho si el gasto del gobierno no es inversión sino subsidios.

No hay quien pueda explicar por qué Hacienda sigue con el subsidio a la gasolina premium; entrega dinero a quienes no lo necesitan y enfoca casi todo a gasto corriente. Sería mejor bajar el precio de la tortilla.

Mientras eso sucede aquí, en EU la inflación cede por sexto mes consecutivo. Pronto estará en el 5%. Joe Biden anuncia que los estímulos a la inversión de energías renovables dan frutos.

Un dato impresionante de su informe anual a la nación fue el registro de 10 millones de empresas en EU. ¿Cómo puede ser eso?

La fortaleza del país más poderoso está en el emprendimiento de sus ciudadanos, la facilidad para crear negocios y los estímulos públicos.

De esos diez millones, la inmensa mayoría debe ser de individuos que hacen su “startup”, se registran como microempresas y entran al régimen fiscal que les favorece.

Otro dato interesante es que el mes pasado se crearon medio millón de empleos. Ayer anunciaron que no habrá recesión y es probable que el crecimiento sostenido regrese al final del año.

Por fortuna nuestra economía “neoliberal” atrae inversión extranjera como nunca, no por planes y proyectos gubernamentales sino por el rechazo de China.

Un simple globo espía puede cambiar el sentimiento norteamericano hacia China, que resiente la salida de capitales y sufre desempleo en algunas industrias.

Tenemos un regalo del Sr. Xi Jinping, el autócrata chino, que por su regreso a la dura ideología anti norteamericana y su apoyo a Rusia está mandando inversión a México, directo desde Shanghái.

La tragedia sería que no estuviéramos preparados para recibirla. Necesitamos energía (limpia de preferencia), urge infraestructura y parques industriales, y sobre todo un gobierno facilitador.

Podemos tener un moderado optimismo por dos razones: el tiempo del sexenio se acaba y la siguiente presidenta o presidente, dará un giro de 180 grados a la política anti empresa que hemos vivido desde el principio del sexenio. Sólo tenemos que aguantar 19 meses. 

 

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