Desde antes de que comenzara el sexenio, los caprichos y las sinrazones han gobernado la vida pública. El último es la rebatinga por la presunta construcción de la Planta de Tesla en México.

Mientras Nuevo León y su gobernador, Samuel García, ponían la mesa a Elon Musk para instalar la planta en Santa Catarina, la envidia presidencial metió mano. Como si la Sultana del Norte no fuera parte de México.

El señor presidente la quiere cerca de su invento fracasado llamado AIFA, en algún lugar cercano a Tizayuca. Pero si pudiera llevarla al trópico tabasqueño estaría feliz.

Pero Tesla no es Constellation Brands, la malograda planta cervecera que retrasados mentales en Mexicali vetaron en una consulta patito; la destruyeron  en plena construcción. El mismo pretexto del agua lo quieren usar en contra de Nuevo León.

La gente ignorante cree que las ciudades son el gran problema del agua, que la industria consume ríos y ríos. El gran consumo está en la agricultura. Hasta un 85% se usa en riego y buena parte se hace con agua “rodada” a cielo abierto. Sin tecnología.

La industria (dependiendo de la entidad) no consume más del 5%. Solo en países altamente industrializados la cifra aumenta. El nuevo cuento de que en Nuevo León no hay agua suficiente para Tesla, es una de tantas mentiras envueltas en el celofán de caprichos palaciegos matinales.

Según información de Reforma, las tres plantas de Tesla en Berlín no consumen más del 0.4% de lo que usa la Zona Metropolitana de Monterrey. Además la industria puede reciclar varias veces lo que consume.

Supongamos que Elon Musk tuviera la puntada de decir, “la quiero en Guanajuato”. Con las 900 hectáreas que se compraron para la fallida refinería en tiempos de Felipe Calderón, bastaría y sobraría para esa planta.

Con el agua que se usaba para sembrar sorgo o granos habría suficiente para producir cientos de miles de autos al año como lo hacen Honda, GM  y Toyota. El peligro, como pudo constatar Honda, es una inundación y no una sequía.

La presa de Solís en Acámbaro almacena 900 millones de metros cúbicos, suficientes para mil armadoras de autos.

En ningún lugar el agua es más productiva que en la industria. Nuevo León no solo es el estado más próspero del país, sino un ejemplo de emprendimiento.

Arrebatarle de las manos el proyecto industrial más importante de su historia provocaría resentimientos profundos, igual que los creó la inútil y desgraciada decisión de destruir Texcoco.

Tesla debe ubicarse donde le venga en gana. Se equivoca AMLO al asegurar que la limitante es el agua. La mayor limitante en su sexenio es el gobernar por capricho en todo o casi todo. Desde lo técnico en Texcoco, Dos Bocas y el Tren Maya hasta lo político con la división artificial de los mexicanos con el INE.

¿Qué verá José Antonio Fernández de FEMSA en el horizonte al vender su participación en la cerveza, industria insigne de Monterrey y de la familia Garza desde el Siglo XIX?

¿Qué harán los empresarios de Nuevo León, si por envidia presidencial y por castigo a su éxito les arrebatan la posibilidad de tener Tesla en Santa Catarina?

Como son gente echada pa` delante saben que un sexenio es sólo eso: seis años, y que los despropósitos terminarán en 19 meses. Sus industrias y su enjundia trascenderán al resentimiento y la quema de sus negocios  -física y moralmente- como sucede con los Oxxos.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *