Al cumplir un año de la guerra de Putin contra Ucrania, el mundo pasa de la pandemia a una crisis que pone en riesgo nuestra existencia. La mente enferma del autócrata ruso podría escalar la guerra si China resuelve venderle armas.
Estados Unidos advierte a Xi Jinping, el dictador chino, que si provee de armamento a Rusia, habría graves consecuencias. Según información del New York Times, EEUU abre su información detallada de inteligencia para tratar de influir sobre las intenciones de Putin.
Lo hizo antes del inicio de la guerra cuando advirtió que Rusia tenía planeada la invasión. La información no detuvo a Rusia. En ese momento Putin imaginaba que la conquista de Kiev sería un día de campo para su numeroso ejército de 150 mil soldados. Fue una derrota vergonzosa camino de Kiev.
La sorpresa fue que el ejército de la Z no estaba preparado ni tenía el espíritu de alguien que defiende su patria como lo hizo y lo hacen los ucranios. Al cumplirse un año del inicio de la “operación especial”, como le llama Putin, los números son aterradores. Los servicios de inteligencia ingleses calculan que Rusia ha perdido 200 mil hombres entre muertos y heridos. Ucrania otro tanto, además de miles de civiles inocentes, lo que cuenta como crímenes de guerra rusos.
La resistencia ucraniana ayudó a que Europa, Estados Unidos y Japón fueran en apoyo incondicional de Ucrania. Sin el armamento y el dinero provistos, los rusos estarían en Kiev cantando victoria. La Unión Europea y la OTAN ajustaron todas sus economías para no depender del gas y el petróleo ruso. Alemania, que consumía el 60 % de gas proveniente de Rusia, consiguió otras fuentes de abasto y tuvo disciplina para enfrentar el invierno que por fortuna ha sido templado.
La guerra nos afectó a todos por el aumento de precios en los hidrocarburos, fertilizantes y alimentos. La inflación pegó por la pandemia pero también nos golpea por la guerra. A pesar de eso el FMI reporta que la economía mundial sigue su recuperación.
La última sorpresa fue la visita del presidente norteamericano Joe Biden a Volodimir Zelenski con la promesa de apoyo hasta que los rusos retiren su ataque o se sienten a negociar la paz. El líder de 80 años mostró sagacidad cuando el viernes pasado avisó a los rusos que estaría el lunes en Ucrania.
La actitud de confrontación de China con Estados Unidos favorece a México. Sin embargo, si China se equivoca y envía armas a Putin, la guerra tomará otro curso. Una tercera guerra mundial rompería el equilibrio económico y podría desencadenar ataques nucleares difíciles de sobrevivir.
La apuesta del bloque occidental (al que pertenecemos aunque nuestro gobierno no lo reconozca), es desgastar a Rusia. Según información del periódico The Telegraph de Inglaterra, las sanciones hacen mella en la industria militar rusa, que no puede reponer ni municiones ni tanques al ritmo de las batallas.
Ucrania recibirá tanques de fabricación alemana, misiles norteamericanos de defensa y ataque, además de toda la inteligencia sobre cada paso del ejército ruso. Zelenski pide aviones y armas más poderosas como misiles de largo alcance. Algo que no han hecho los aliados para no provocar una escalada mayor.
China tiene todo que perder y poco que ganar en vender armas a Rusia. Su gente es más comerciante que guerrera y se vio que su paciencia tiene límites cuando comenzó a rebelarse contra el encierro absurdo al que la sometió Xi Jinping.
Esperemos que la guerra la gane la diplomacia y no las bombas atómicas. Putin ha sido lo suficientemente estúpido para meterse en una guerra que nunca va a ganar a un costo terrible para su país y para sus hermanos de Ucrania. Los autócratas siempre terminan mal y esta no será la excepción.