La manifestación de ayer resultó más numerosa que la del 13 de noviembre. Todos teníamos puesta la mirada en el Zócalo capitalino como medida de participación. Aquello era un mar rosa; un acontecimiento político ciudadano de la mayor envergadura.
Para muchos es difícil comprender la trascendencia del llamado Plan B para destruir al INE, pero comienza a crecer el número de ciudadanos conscientes del proyecto regresivo del presidente y sus colaboradores.
Adheridos a los cambios que propone Morena van los insultos desde Palacio a quienes piensan distinto y se manifiestan en paz y en libertad. Todo con mentiras absurdas, como decir que quienes participaron lo hicieron por defender a Genaro García Luna o por preservar privilegios.
Después de la ejemplar manifestación ciudadana, Mario Delgado, presidente de Morena, vuelve al insulto y llama una “farsa” a las concentraciones libres en todo el país. Luego afirma que, quienes las encabezan, son de “derecha” y “conservadores”. Una mentira porque fueron ciudadanos de filiación política diversa, que tienen todo el derecho de expresar sus convicciones sin ser insultados. De cualquier ideología que fueran, quedó demostrado que el Zócalo y el activismo político no son propiedad privada de Palacio.
Destaca la participación de familias en todas las ciudades, uniformadas de rosa y blanco en apoyo al INE, a sus funcionarios de carrera y a su espléndido trabajo en las elecciones y la administración de nuestras identificaciones.
En el discurso del jurista José Ramón Cossío, ex ministro de la Suprema Corte, quedó claro que el interés del llamado Plan B no es ahorrar dinero en el INE sino lastimar su autonomía. Cortarle brazos y piernas para convertirlo en un juguete de quienes pretenden controlar las elecciones del año que viene. El planteamiento fue jurídicamente impecable. La ley es inconstitucional porque atenta contra la autonomía del INE y lo inutiliza para cumplir su mandato contenido en la Constitución. Confía en que los ministros de la Corte cumplan con espíritu democrático y paren la iniciativa B.
Los partidos de oposición, atentos al resultado de la manifestación y su popularidad, saben que la única forma de enfrentar a Morena en 2024 es con unidad. Lo que no podían hacer por su cuenta los dirigentes lo logra el burdo ataque al INE. Ningún partido, ni siquiera Morena, podrían lograr lo que sucedió ayer: llenar el Zócalo y muchas plazas en muchas ciudades en un mismo día con ciudadanos que van por su propia cuenta.
El embate al INE fue un error político que puede costarle la elección a Morena en 2024. La burda mentira de meter en el costal de los conservadores y los aprovechados a quienes cumplen con su derecho y su deber de proteger a las instituciones, no puede prevalecer.
Que la participación fue mayoritariamente de la clase media no le quita valor al ejercicio cívico, por el contrario, quienes participaron no tienen miedo del poder de Morena. Sin colores partidistas, saben que la libertad y la prosperidad de las próximas generaciones está en la democracia y no en la dictadura o la autocracia, sean de una persona o de un partido.
Si el presidente López Obrador se hubiera olvidado de su rencor en contra de la institución que le confirmó su triunfo, no tendría, en lo que cree que es su cancha exclusiva, a decenas de miles de ciudadanos en oposición a su mandato.
Pronto veremos si surge un líder capaz de capitalizar el movimiento.