El primer disco de rock progresivo que conquistó la cultura de masas cumple 50 años de aludir a lo inexplorado.
El 1 de marzo de 1973 un disco enigmático llegó a las tiendas. La portada no tenía letras: sobre un fondo negro, un prisma mostraba la colorida difracción de la luz. La compañía Hipgnosis había dado con una de las más icónicas portadas del rock. La imagen debía ser decodificada de este modo: Pink Floyd exploraba El lado oscuro de la luna.
A principios de los setenta, el rock progresivo encontró una nueva musa: la tecnología. Los ingenieros de sonido utilizaron el estudio como un instrumento más y los músicos se convirtieron en expedicionarios del Moog y otros sintetizadores. ¡Bienvenidos a la era de los virtuosos que tocaban tres teclados al mismo tiempo! Atletas de las siete notas como el pianista Rick Wakeman y el multipercusionista Carl Palmer dieron a los conciertos esplendor circense. Yes, King Crimson, Emerson, Lake & Palmer y Pink Floyd se apartaron de las sencillas bandas de garaje cuyas melodías podían ser tarareadas para crear atmósferas que debían bailarse con la mente. ¡Stockhausen le daba la mano a La guerra de las galaxias!
¿Podía el rock ser tan raro? ¡Por supuesto que sí! En pleno culto a los aparatos a nadie extrañó que un grupo se llamara Van der Graaf Generator. Cuando Yes tituló su álbum doble Cuentos de los océanos topográficos eso no sólo pareció comprensible, sino que tuvo éxito.
En comparación con esos alardes, Dark Side of the Moon llegó como una épica matizada por la poesía. Aunque incorpora ruidos ambientales (despertadores, una caja registradora, un helicóptero, los latidos del corazón), la música transmite una lírica nostalgia. Temas de imperiosa actualidad (el dinero, el paso del tiempo, la guerra, el amor) son abordados como si vinieran de un futuro ya sucedido. Lo próximo inquieta y asombra visto de lejos.
El lado oscuro de la luna fue el primer disco de rock progresivo que conquistó de manera inapelable la cultura de masas. Durante 14 años estuvo en la lista del Top-200 y es el cuarto LP más exitoso de la historia. La sonda espacial lanzada por Floyd atravesó el punk, la música disco, el new wave, el hip hop, el grunge, el dark, pero no pudo mantener unidos a sus tripulantes. Las letras pacifistas de Roger Waters ocultaban un temperamento beligerante. David Gilmour, que reforzó el lirismo de las melodías con su voz y el especial timbre de su guitarra, se volvió experto en litigios y se quedó con el nombre del grupo. Clare Torry, la cantante que improvisó la excepcional vocalización de “The Great Gig in The Sky”, demandó al grupo y sólo en 2005 obtuvo crédito y regalías.
Los miembros de The Who dijeron que convertían sus pleitos en rock. No es fácil llevarse bien con colegas con los que compartes habitación en los duros años del comienzo. Sin embargo, pocos conjuntos se han peleado con la furia de Floyd. Los visionarios que invitan a respirar de otra manera tienen pésimo carácter.
El dramaturgo Tom Stoppard basó su obra Rock ‘n’ Roll en la historia de Syd Barrett, fundador de Pink Floyd que desapareció de la escena después de abusar del LSD (años después, el conjunto le dedicaría su disco Wish You Were Here). En 2013, con motivo de los cuarenta años de la obra maestra del grupo, Stoppard fue invitado por la BBC a escribir un radioteatro sobre el fondo musical. El resultado fue Darkside. La pieza aborda un dilema moral: ¿vale la pena sacrificar una vida para salvar otra? El enigma es inherente al disco y al grupo que lo creó: el bien es inseparable del mal.
En 1977, Radio Educación nos dio a Claudia Walls y a mí la oportunidad de hacer un programa de rock. En gran medida, el proyecto prosperó porque nos apropiamos de un título insuperable para nombrar la región ignorada de la música: El lado oscuro de la luna.
Durante medio siglo, la obra de Pink Floyd ha aludido a lo inexplorado. Su aniversario coincide con el momento en que la nave espacial Pioneer 10, que lleva una placa sobre la especie humana diseñada por Carl Sagan, rebasó el cinturón de los asteroides. El universo sigue siendo conjetural. Pero también lo somos nosotros. Esta semana continúan las investigaciones sobre la posibilidad de que el coronavirus haya sido fabricado en un laboratorio.
La canción “Eclipse” levanta inventario de la Tierra entera (“Todo lo que tocas/ todo lo que ves”), y concluye: “Bajo el sol todo está en armonía/ Pero el sol está eclipsado por la luna”.
Nada fascina tanto como lo que desconoces.