Paco no debió morir a principios de 2021 porque pudo sobrevivir con un medicamento antes de que llegaran las vacunas. El Remdesivir, inyección aprobada por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) para emergencias en mayo del 2020 en Estados Unidos y autorizada en octubre de ese mismo año, pudo evitar su intubación como lo hizo con otro Francisco.

Es una historia que había narrado hace algunos meses. Vale la pena repetirla porque ahora sabemos que sí había Remdesivir, pero sólo en manos del Gobierno  y para unos cuantos.

Para infortunio de Paco, ni la mejor atención en el Hospital de Especialidades pudo con el bicho que le inundó los pulmones, le quitó el oxígeno y la vida.

Lo de Francisco fue un poco de suerte, determinación y darle vuelta al sistema. A su esposa le avisaron que tendría que firmar la autorización de intubación de su marido. Equivalía a un volado o un 50% de probabilidades de salir vivo.

El propio Francisco esperaba lo peor. El destino le dio otra oportunidad cuando un amigo le dijo a su familia que había un contrabandista de medicamentos. El Remdesivir estaba disponible si pagaba 300 mil pesos por la dosis.

En Estados Unidos la medicina daba buen resultado desde finales del 2020. En México no. El gobierno había impedido su importación legal que hubiera sido mucho menos costosa que el contrabando.

Familiares de Francisco se encontraron con el contrabandista de medicinas en un Starbucks, entregaron el dinero y recibieron el Remdesivir que el médico del hospital privado estuvo dispuesto a usar aún sin la “autorización” de la Secretaría de Salud o Cofepris.

Con el medicamento, Francisco pudo evitar la intubación y salvó la vida. En ese trágico arranque del 2021 también el hijo del presidente recibió la dosis de Remdesivir. Según información publicada por Carlos Loret de Mola, el Ejército se encargó de obtener el medicamento “no autorizado” para atender la urgencia. Estaba en bodegas del Gobierno.

Cualquiera que hubiera estado en el lugar del presidente hubiera hecho lo mismo, salvar la vida de un hijo rompiendo cualquier regla sanitaria impuesta por la burocracia incompetente, dictada por consideraciones ideológicas o de austeridad presupuestaria.

La desgracia para Paco y de miles de mexicanas y mexicanos fue la prohibición de importar libremente el medicamento de vida.

El cálculo de Hugo López Gatell, zar de la pandemia, no fue humanitario ni científico. El Remdesivir no era ni peligroso ni un riesgo para la salud pública, simplemente era muy muy caro.

El Gobierno no estaba dispuesto a invertir miles de millones en adquirirlo para salvar a los más agónicos. Pero tampoco estaba dispuesto a recibir las críticas sociales del qué dirán con su libre importación, porque hacer posible que sólo algunos pudieran obtenerlo iba contra los principios igualitarios de la 4T. Miles de familias hubieran empeñado todo, vendido todo o hasta robado con tal de salvar la vida del hijo, la esposa o el padre.

López Gatell lo prohibió a todo el mundo menos a quienes pagaron 10 veces el precio del medicamento por ser de contrabando o a José Ramón López Beltrán, quien fue atendido por el Ejército.

Lo criminal fue la ignorancia científica o la perversidad burocrática de quitar la libertad a los ciudadanos de importarlo por simple incompetencia. Es igual. El resultado de esa decisión, en fallecimientos, lo darán las estadísticas de exceso de mortalidad de esos meses, los más altos antes de que llegara la vacuna. 

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