En poco menos de 120 días la oferta de inteligencia artificial, OpenAI, evolucionó del Chat GPT-3 al Chat GPT-4. La primera empresa que pone al servicio del público la Inteligencia Artificial tiene los signos vitales de un huracán en formación. 

En una entrevista extraordinaria de la cadena de televisión ABC norteamericana, Sam Altman, el director de la empresa, da respuesta a muchas de las preguntas que nos hacemos después de usar la herramienta. ¿Eliminará millones de empleos?

Altman dice que muchos puestos de trabajo repetitivos o simples de replicar serán eliminados por la AI, pero la transformación y el poder de  la herramienta generará muchos otros más sofisticados y de mayor valor. 

Uno que ya surgió es el de “Prompt Engineer” o Ingeniero de preguntas, es decir, el especialista en saber qué y cómo preguntar a la IA para que dé respuestas adecuadas y útiles. Es una carrera nueva que sólo la ofrecen en algunas escuelas.

También en menos de tres meses surgen otras empresas que explotarán las posibilidades de OpenAI y de otras empresas como Alphabet (Google) y Microsoft (Bing) con sus respectivas ofertas de AI.

La entrevistadora de ABC hace la segunda pregunta más popular: ¿Cuál es el peligro de esta herramienta tan poderosa?  La intensidad de la reflexión y las palabras cuidadosamente escogidas, transparentan la inteligencia del hombre que puso la IA a la mano del común de los mortales: lo que le preocupa no es la tarea de vigilar el uso ético y pacífico de la herramienta, sino lograrlo a la velocidad que avanza. 

Si bien en un principio los más beneficiados con la herramienta son los propios programadores, quienes han visto reducir su carga de trabajo hasta en un 80 % o multiplicado su productividad por cuatro (como quiera verse), hay hackers aprovechando la AI. Lo mismo que terroristas, tiranos y fanáticos. Qué decir de defraudadores. 

Si unos programadores talentosos y fraudulentos pusieron de cabeza al sistema bancario nacional con robos a cajeros automáticos por cientos de millones, qué no podrán hacer si explotan el potencial de la AI. Recordemos cómo hacían que los cajeros entregaran hasta 70 mil pesos cuando les daban la orden desde su bunker en Cumbres del Campestre. 

Qué decir de la seguridad y la integridad de datos. Los Guacamaya Leaks o papeles del Ejército, fueron sustraídos con una facilidad asombrosa y en un volumen de 6 terabytes, algo inédito. Buenos hackers podrían hacerse de toda la información de todos los ciudadanos. Tarjetas de crédito, direcciones, impuestos, transferencias, datos biométricos y lo que usted imagine. 

Tan sólo pensar que la Secretaría de Gobernación administre nuestros datos con el Plan B con el que quieren destrozar al INE, sabemos de antemano que podemos dar por descubiertas todas nuestras señas. 

Perdón por la divagación pero la velocidad a la que avanza la IA sólo tiene una respuesta posible por parte de individuos e instituciones privadas y públicas: montarse en la ola para no ser revolcado por ella. Si en menos de dos meses había 450 empresas montadas en la explotación de la herramienta, es probable que al final del año puedan ser 5 mil alrededor del mundo. 

Una de las muestras más sencillas de su potencia la podemos encontrar en la traducción de textos. Ponga un texto en español en el chat y pida que lo traduzcan al inglés, francés, japonés, alemán o italiano. En menos que canta un gallo tiene el texto. 

Cosas veremos. 

 

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