Una nota exclusiva de la agencia de noticias Reuters, funcionarios norteamericanos indican que el gobierno de Joe Biden pondrá el acelerador para arreglar los conflictos con México. 

Puede interpretarse como ponerle “turbo” al asunto.

Todo proviene de la queja que tienen los empresarios de energía con la burocracia mexicana, en particular con la CRE (Comisión Reguladora de Energía). Frena proyectos, estorba inversiones de energía tanto de gasolineras como de plantas solares y eólicas. 

El gobierno cierra las puertas a esa inversión y lastima el T-MEC.

En las pláticas de los tres países, México, Canadá y Estados Unidos, no llegan a ningún acuerdo y los vecinos tienen la idea de que nuestros burócratas chutan la pelota desde julio del año pasado.

La embajadora norteamericana, Katherine Tai, habló exasperada hace unos días sobre la lentitud en los acuerdos. Presionada por representantes republicanos, aseguró que acelerará las negociaciones.

Detrás de esas presiones están los agricultores del Medio Oeste que venden maíz transgénico; los empresarios de las petroleras que tienen atorados proyectos donde ya invirtieron y no hay permisos. Es fácil notarlo en las carreteras donde, por ejemplo, hay gasolineras totalmente terminadas y sin funcionar. Extraoficialmente sabemos que en la CRE no habrá permisos nuevos para gasolineras que no lleven la bandera de Pemex.

Esa guerra de desgaste comercial tendrá consecuencias si México no cumple con los acuerdos del T-MEC. El gobierno de Biden ha tenido paciencia y cordura institucional. Si recordamos los primeros meses del sexenio, Donald Trump dijo que elevaría en un 7% los aranceles a las importaciones de México y en menos que canta un gallo el gobierno contuvo las columnas de centroamericanos que invadían el país.

Según la nota, la oficina de Comercio hará una oferta final a nuestro gobierno. Si no hay respuesta, se irán a controversias y paneles de litigio donde podrían poner cuotas compensatorias de miles de millones de dólares a nuestras exportaciones.

Marcelo Ebrard y Raquel Buenrostro, secretarios de Relaciones Exteriores y Comercio, respectivamente, tienen que trabajar horas extra para desactivar la bomba. Si el presidente López Obrador mantiene una postura nacionalista en el tema del petróleo y anticientífica en el caso de los transgénicos, nos costará muchísimo más el conflicto.

Nunca es buen tiempo para tener conflictos comerciales pero menos lo es ahora que vienen las campañas presidenciales y camerales en los dos países. Biden tendrá enormes presiones de parte de sus contrincantes republicanos que son buenos para la retórica anti mexicana. Si aparece como conciliador o blando, perderá puntos en los estados rojos del sur y del medio oeste.

Si lo vemos en forma pragmática, si lo atendemos con la inteligencia de Marcelo Ebrard, no pasará a mayores. El apagafuegos oficial, hará un arreglo benéfico. Si gana la vena nacionalista y el presidente se quiere envolver en la bandera con fines electorales, el país puede perder el buen ritmo económico que lleva desde el año pasado.

Pasa algo semejante en el tema de Tesla. La inversión de Musk es tan importante para el país que no se podía forzar su ubicación al centro o al sur. Lo mismo debe suceder con el maíz transgénico y las licencias de operación de las trasnacionales petroleras. Con más razón las inversiones de energías limpias. Por el bien de México, primero el pragmatismo. 

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *