Como si no tuviéramos conflictos con Estados Unidos, López Obrador vuelve al ruedo de la intervención en asuntos ajenos al apoyar a Donald Trump. Frente a las acusaciones penales, nuestro presidente dice que está mal que lo procesen. Que es fabricación para sacarlo de la carrera presidencial del 2024.

¿Qué necesidad de comprar un pleito ajeno? Además resulta incomprensible después de que hace unos días Trump amenazó con invadir México para ir contra los narcotraficantes. Menos entendible después de que insultara a nuestro presidente diciendo que no había conocido a nadie que se hubiera doblado tan fácil.

A Trump lo puede querer la mitad del pueblo norteamericano pero es seguro que la mayoría de los mexicanos lo despreciamos, primero porque no se cansa de insultarnos, ni de usarnos para encender con discursos de odio a los más racistas de su país. No vale la pena repetir todas las barbaridades que ha dicho de los inmigrantes para ganar votos.

Lo que sí podemos asegurar es que a los mexicanos nos iría mal si Trump regresa a la Casa Blanca. Toda la oportunidad de establecer miles de fábricas con el “nearshoring” podría detenerse por los arranques nacionalistas del hombre naranja. Qué decir del trato a los connacionales que viven sin papeles en Estados Unidos.

¿Qué gana López Obrador con intervenir en la política interna de Estados Unidos? Apoyar a Trump es apoyar a los republicanos más radicales, los que últimamente aprietan a México con los temas migratorios y del fentanilo.

¿Por qué en Morena no hay una discusión seria sobre el tema? La ideología presuntamente progresista de ese partido está más alineada con los demócratas liberales que con los republicanos conservadores. Marcelo Ebrard, quien es el más cuerdo de sus colaboradores, ha tenido su viacrucis enmendando todos los errores diplomáticos de Palacio.

En contrapunto, el presidente Joe Biden tiene el buen tino de no golpear a México a tontas y a locas como lo hacen los republicanos. Eso no quiere decir que esté muy contento con las relaciones con México. Su portavoz en asuntos exteriores es Antony Blinken, secretario de Estado, quien apunta con verdad que nuestro México no tiene total control de su territorio.

La relación con Estados Unidos nunca ha sido fácil, ni siquiera podemos pensar que llegue a serlo, pero sí puede ser constructiva en todos los aspectos. El vecino es nuestro principal cliente, desde allá llegan un billón de pesos en remesas y su frontera, querámoslo o no, es la válvula de escape para millones de paisanos. Ningún país del mundo tiene tantos cruces fronterizos diarios.

Lo mejor sería construir acuerdos todos los días sin parar. El problema es la conducta errática de Palacio. Rechazar la inversión estadounidense en energía es un error, al igual que prohibir el maíz transgénico o los mata hierbas que nos ayudan a producir un 40 por ciento más en el campo.

Es cierto que el problema del fentanilo tiene sus orígenes en las adicciones creadas por empresas farmacéuticas norteamericanas. Vendieron recetas de potentes analgésicos como el Oxycontin para ganar miles de millones de dólares. Es cierto que hay cárteles de tráfico de drogas en EEUU y que también hay policías y agentes de migración corruptos que ayudan a polleros y narcotraficantes. Pero no es necesario crear turbulencia gratis.

Se dice que se necesitan dos para bailar un tango. Igual para remediar problemas bilaterales. Esperemos regresar pronto a la era de la razón. 

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