Repudiamos la clasificación antipatriótica y tendenciosa que divide a los mexicanos en ‘derechas’, ‘revolucionarios’ y ‘reaccionarios’. México reclama, para salvarse, la unión permanente de todos sus hijos, sólo establece una división: mexicanos y anti-mexicanos”.

Postulado 5 de la Unión Nacional Sinarquista.

 

El camino que trazó Juan Aguilera Azpeitia en su vida fue de congruencia, de lealtad a sus principios fundamentado en los mejores valores cristianos. Para todos en AM fue un regalo encontrar a un ciudadano comprometido con su barrio, su ciudad y su nación.

Don Juan comenzó en la política con la filiación al movimiento sinarquista que luego se convertiría en el PDM o Partido Demócrata Mexicano. Para reunir la pluralidad de pensamiento que había en Guanajuato lo invitamos a participar en las páginas de opinión y en el Consejo Editorial.

Siempre participó con entusiasmo en las discusiones desde su punto de vista “conservador”, apegado a esos valores que buscaba el sinarquismo en sus principios: libertad de expresión, libertad de culto, libres de temor y libres de miseria. Cuatro causas que harían temblar al sistema posrevolucionario. Cuatro causas que siguen vigentes.

A Don Juan le gustaba escribir a máquina en cuartillas impecables, limpias de errores y limpias de espíritu. Muy críticas pero sin temores. Sus ensayos eran fáciles de comprender porque redactaba con claridad y en ocasiones con pasión. Eran parecidos a su persona generosa que dedicó parte de su vida en servir a los demás desde su farmacia en el Barrio del Coecillo de León.

Ese valor de la congruencia, de la coherencia en su vida cotidiana, le dio el aprecio de su barrio, de su gente, de sus compañeros de lucha. Qué necesario es reconocer a quienes no sucumbieron ante los delirios de poder o de riqueza en que cayeron muchos de quienes llegaron al gobierno por el impulso del sinarquismo y el panismo de origen.

La narrativa del PNR (Partido Nacional Revolucionario), luego convertido en el PRI era encajonar a la oposición surgida en León como “fascista, reaccionaria y conservadora”.  Trataba de echar al bote de la basura cualquier movimiento que tuviera posibilidades de crecer. Sobre todo después de la guerra cristera que luchaba por la libertad de culto ante la política anticlerical de Plutarco Elías Calles.

Don Juan fue pionero y partícipe del cambio en el país. Logró una diputación federal en 1979 con el PDM pero al tiempo su pasión fue escribir. En sus últimas columnas reconoce la debilidad de la oposición para combatir el “pobrismo” del presidente López Obrador. Idealista pero realista; humanista y congruente, Don Juan representa los mejores valores de la clase media leonesa. Nunca se desvió de su amor patrio, la veneración por la familia y su lealtad cristiana.

Pero su mayor mérito fue ayudar, desde nuestra ciudad, al cambio democrático del país. Nunca podremos olvidar a su generación rebelde, que nunca claudicó en esos principios emanados del sinarquismo, tan olvidado y mal comprendido.

El patrimonio político de Acción Nacional tiene mucho que ver con el legado de hombres como Don Juan. No porque fuera de ese partido sino porque abrió brecha cuando nadie creía en un cambio, cuando ese mismo cambio se tornó en un fracaso de promesas incumplidas. Tal vez por eso se sintió más cómodo en la tribuna de las ideas, donde expresaba, en absoluta libertad, su visión del mundo. Al contrario de lo que se piensa, Don Juan fue un rebelde ante la dictadura perfecta del PRI, ante los vicios del PAN en el poder y al final de su vida, ante el “pobrismo” populista de Morena.

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