Hay una semejanza entre la campaña presidencial y la de Guanajuato: sabemos quiénes son las preferidas de los gobernantes. “#EsClaudia” se extendió como la humedad por todo el país cuando los partidarios de Morena supieron cuál era la preferida del presidente López Obrador: Claudia Sheinbaum.

En nuestro estado tiró línea el gobernador, Diego Sinhue Rodríguez, cuando ubicó a Libia Dennise García en la Secretaría de Desarrollo Social. El mismo camino que habían seguido él y su antecesor Miguel Márquez Márquez. 

Pero no todos están contentos. En la campaña que comenzó con las llamadas “corcholatas”, Marcelo Ebrard se vio rebasado por el impulso a Claudia, los enormes recursos de palacio para promover a la favorita y un suelo nada parejo. Todo apunta a un rompimiento en el verano cuando las encuestas sigan creciendo a favor de Claudia por el alineamiento de todo el aparato de legisladores, gobernadores y la burocracia central.

La cargada, como conocimos el fenómeno en tiempos del PRI, está lista, al grado que los gobernadores de Morena toman como favorita a la jefa de gobierno de la CDMX. Adán Augusto López y Ricardo Monreal van en tercer y cuarto lugar (tomo como referencia las investigaciones de El Financiero, las más atinadas, realizadas por el extraordinario encuestador Alejandro Moreno). 

En Guanajuato la alcaldesa de León tampoco está contenta. Ella quiere competir en forma abierta ante la sorpresa de la nomenclatura de Acción Nacional. Luis Ernesto Ayala, líder panista en el Congreso, hace gestos, reclama espacios con sus amigos los ex alcaldes de León y quiere también mayor participación del partido. Pero no logra algo porque su Acción Nacional está zombie desde hace algunos años. Sin vida propia. Pende de un hilo de la mano del gobernador.

El PAN pasó de ser un partido de oposición combativo que cambió a México sin violencia (con un poco de odio) y se fue quedando como dormido con dirigentes insignificantes. Sus antes activos miembros se mudaron a las oficinas de gobierno, a las curules del Congreso o a los negocios paraestatales. El PAN está más hueco que nunca en la entidad. A los críticos, a los disidentes, como Carlos Arce, los quieren echar para evitar molestias. La sangre no se renueva y muchos de quienes rodean al poder son políticos de bajo calibre o poca estatura.

Mientras Marcelo Ebrard puede cambiar de partido para “estar en la boleta”, Alejandra Gutierrez, nuestra alcaldesa de Leon, solo puede conservar la posibilidad de reelegirse. Hay una sombra sobre su destino si se rebela. El PAN podría hacerle la vida difícil para seguir al frente de la ciudad. El juego rudo también se da en Acción Nacional como en todos los partidos del mundo. 

El INE, cooptado por una franja morenista, olvida eso de cumplir la ley, y como espectador común, vive en el liberalismo de “dejar hacer, dejar pasar”. Las campañas mostrarán la lucha entre quienes están con el poder y quienes aún tienen espíritu de rebeldía, ese que ha logrado tres alternancias en el último cuarto de siglo. Si alguien pensaba que la lucha contra el PRI había terminado, sepa que está bien vivo en las prácticas de Morena, del PAN, del Verde  y del PT. Incluso vive en Movimiento Ciudadano. En el PRI solo queda la carcasa y, aún así,  Alito Moreno gana con el 95 % de los votos su extensión de periodo.
 

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