Todo comenzó con bardas pintadas por todo el país con el “hashtag” o almohadilla # seguido del nombre “EsClaudia”, de la jefa de gobierno de la CDMX. Luego con su perfil peinada en cola de caballo que la identificaba en diferentes colores y figuras de acuerdo al lugar de la promoción. Ninguna autoridad dijo algo ante la anticipación a las fechas que marca la ley y con la seguridad del apoyo del presidente.
Desde entonces la ley no es la ley y todos quienes tienen un legítimo derecho de aspirar a un puesto de elección popular dijeron, si #EsClaudia, por qué no #SoyYo. Todo quedó roto. El INE, enfrascado en la lucha por su supervivencia no creyó oportuno aplicar la ley, las autoridades federales, complacientes, jamás auditaron el origen de los recursos para tremendas campañas y la oposición solo chilló. Ninguna manifestación fuerte en contra de los ventajosos.
Ahora los caminos comienzan a poblarse de propaganda política a favor de aspirantes a candidaturas locales y federales. En la traficada León-Silao vemos cinco espectaculares de Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores – con el pretexto de su libro biográfico. También está Ernesto Prieto, el director del INDEP (Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado). #EsRicardo aparece pintado en bardas que se ven desde el bulevar Morelos para que los ciudadanos “consuman” la idea de que Sheffield será el candidato de algo que no sabemos aún.
En esas imágenes que se repiten está la muestra del país al que aspiran nuestros políticos: uno donde se pueda hacer lo que se quiera con beneficio político aunque se rompa la ley. Los magistrados explican con claridad el objeto de la norma que se traduce en impedir que los ventajosos hagan a un lado a quienes no tienen los recursos, o aún peor, a quienes cumplen con la ley.
Luego, como los ventajosos están dentro de los partidos, también lastiman o “agandallan” a sus compañeros. Marcelo Ebrard entiende que, desde los primeros anuncios de Claudia Sheinbaum, estaba y está en desventaja para la candidatura presidencial. El presidente también nombró a Adán Augusto López, secretario de Gobernación, como otro de sus preferidos y de inmediato comenzó la propaganda a su favor.
Otros delitos electorales que se dan a simple vista son la participación (prohibida) de funcionarios públicos con recursos públicos en apoyo de campañas electorales. Vimos a los veracruzanos durante la campaña de Delfina Gómez en el Estado de México. Eso era típico del PRI. En realidad nunca se fue, los ventajosos nutren a Morena.
Ante el desorden y la inequidad, los candidatos de oposición también hacen actos de campaña anticipados, no pueden dejar el espacio vacío, lo ocupan en cuanta entrevista o aparición en público pueden tener.
Otro fenómeno es la aparición de encuestas por todas partes, de todos colores y sabores, realizadas con métodos que no se conocen. Podemos intuir que cada candidato en potencia trae bajo la manga una encuesta hecha a medida, como traje sastre.
La injusticia electoral comienza con delitos que pueden parecer pequeños, hasta que la mano negra aparece en aquello que tanto quiso combatir el presidente López Obrador: el uso de recursos públicos y privados en abundancia para torcer la voluntad del electorado.