Por: Armando Fuentes

Musmé, joven mujer oriental de ojos rasgados, cabellera de azabache y tez como pétalo de flor de loto, dio a luz un robusto bebé de piel blanca, ojos redondos y cabellitos rubios. El padre de la muchacha le preguntó, severo: “¿Cómo explicas esto?”. “No lo entiendo -vaciló Musmé-. Supongo que a veces suceden accidentes”. Doña Gorgona es una fémina áspera, ríspida, díscola. Trató de abordar un autobús de pasajeros llevando consigo una enorme maleta de tamaño descomunal. El chofer del vehículo le indicó en forma cortés: “Lo siento, señora. No puede usted subir al camión con una maleta tan grande”. Doña Gorgona tenía la mecha corta, o sea que era pronta para el enojo y la ira. Grosera, le espetó irritada al conductor: “¿Sabe dónde puede meterse su autobús?”. Con toda calma replicó el chofer: “Me lo imagino. Y si usted hace lo mismo con su maleta, entonces sí puede subir a mi autobús”. La abejita le dijo a la florecita: “Creo que ha llegado el momento de que te hable de los hombrecitos y las mujercitas”.  “¡Haiga cosas!”, exclama la gente del Potrero para manifestar asombro o admiración. Pues he aquí que el llamado -o como se llame- Partido Verde Ecologista de México, que ni es partido, sino negocio particular;  ni es verde, sino del cambiante color que en cada coyuntura le conviene;  ni es ecologista, sino pancista, oportunista y ventajista, he aquí, digo, que faltando una semana para la elección de gobernador de Coahuila el tal PVEM dio el chaquetazo, abandonó a su muy buen candidato, Lenin Pérez, y se adhirió a la causa de Morena en la persona de Santana Armando Guadiana Tijerina. “¡Haiga cosas!”, digo yo también. ¡El partido que se dice defensor de la naturaleza y sus criaturas brinda su apoyo a un empresario taurino, ganadero de reses bravas y propietario de una plaza de toros! Cualquier mal pensado pensará que en este enjuague anda don Dinero, o que se están dilucidando cosas del registro o las prerrogativas, o que hubo bajo mesa ofrecimiento de chambas para los saltimbanquis y volatineros verdes. El partido de marras usa por símbolo un tucán. Debería adoptar como emblema a una urraca, pájaro de cuenta que tiene fama de ser hábil en toda suerte de marrullerías. Todo esto me mueve a repetir aquello de “Un voto por Morena o por el PT es un voto contra Coahuila” y añadir ahora al Verde en el listado de los partidos que, si se les da ocasión, harán daño al estado. ¡Haiga cosas!. Aquellos esposos desavenidos, cuya relación se estaba yendo a pique, decidieron acudir a la consulta de un consejero matrimonial. La señora habló primero y se quejó, molesta: “Mi marido es fanático del futbol. Se la pasa viendo todos los juegos en la tele; su único tema de conversación es el futbol; sólo piensa en las cosas  del futbol”. “No le haga caso, doctor -la interrumpió el sujeto-. Está fuera de lugar”. El reverendo Rocko Fages, pastor de la Iglesia de la Quinta Venida (no confundir con la Iglesia de la Quinta Avenida, que es fifí), se hallaba a solas con la hermana Sister, organista de la congregación, en la sala de la casa pastoral. Le dijo ella de pronto: “¡Deme un beso,  hermano Fages!”. “Oh, no -se apresuró a negar el reverendo-. Eso sería faltar a mis deberes de pastor”. “¡Por favor, béseme!” -repitió su ardiente instancia la mujer. “Le digo que no -volvió a oponer el predicador-. Hacer tal cosa sería incurrir en pecado de fornicación”. “¡Le pido un solo beso! -insistió con pasión la hermana Sister-. ¡Uno nada más!”. “Ni uno solo -se mantuvo firme el pastor-. Ese beso podría llevarnos al camino de la lujuria, y por tanto de la condenación. Es más: ni siquiera deberíamos estar cogiendo”. FIN. 

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